Aquel sepulcro antiguo, era un simulacro del descanso
y ùltima morada para un difunto, mas bien era fantasmal.
Ningùn niño se acercaba a èl, todos le tenian miedo.
En el centro de aquel sepulcro esculpida en marmol negro.
Sobresalia la figura de una gàrgola, de ojos hundidos como
guardiana de aquella tumba aquellos ojos frios e inexpresivos.
Fijos en algùn punto de aquel cementerio como buscando encontrar
las puertas del infierno ò la confensiòn de algùn alma perdida.
No todo el mundo tenia respeto por los muertos, y siempre entre
adolescentes se echaban el valor de visitar el cementerio.
Y en concreto visitar aquella tumba, la de la gàrgola.
Asi una mañana el vigilante del cementerio se encontrò con el
Esperpento de ver una gàrgola disfrazada con ropa interior.
Como la vedett del mas sòrdido y mugriento burdel, en concreto aquella
mañana le pusieròn una botella vacia de refresco,
en una mano y en los labios un pitillo apagado.
Aquel acto gamberro fue la comidilla del pueblo durante un tiempo.
Pero lo que vendria despuès fue màs dificil de olvidar.
Los mismos adolescentes no contentos con su comportamiento.
Quisieron volver al cementerio y llevarse la gàrgola y cambiarla
de lugar, y si no era posible descuartizarla a trozos.
Cuando llegaron al cementerio el ambiente era espeso.
Se respiraba una atmòsfera distinta el aire olia diferente.
Uno de los muchachos el mas gallito se dirigiò hacia la gàrgola.
Antes siquiera de tocarla, echò un pie hacia tràs.
CHICO GALLITO-; Creo que se mueve... musitò
Las carcajadas de los amigotes no tardaròn en escucharse.
Mientras al chico gallito la cara se le mudo de sonrisa a mueca
de indescriptible terror, se quedò inmovil al igual que aquella estàtua.
Otro de los amigotes seguro de si mismo se acercò a ver que pasaba.
Y el resultado fue el mismo, la cara le mudo y el miedo le inmovilizò.
El resto saliò corriendo de alli como alma que lleva el diablo.
Pero no pudieròn correr muy lejos aquella gàrgola.
Con aquellas enormes alas los atrapò, antes de
que pudieran atravesàr aquel cementerio.
Perecieròn en sus dominios donde aquella gàrgola
tenia el poder absoluto, por la mañana cuando el vigilante
abriò sus puertas se encontrò petrificados en las rejas del
cementerio a dos jòvenes, que llevaban en su rostro dibujado el terror.
Y en el sepulcro de la gàrgola a otros dos adolescentes.
Inclinados y de rodillas ante aquella majestuosa gàrgola.
Nadie se explicaba lo sucedido la noche anterior aunque helò.
Las temperaturas no fueròn tan bajas como para dejar cuerpos.
A mas de 40º grados bajo cero el suceso erà inaudito
La ciencia no se explicaba aquel suceso extraño y misterioso.
Como extraña era aquella gàrgola de ojos frios y siniestros.
La guardiana de aquel sepulcro, y de aquel cementerio.
Ella velaba por los muertos de aquel Campo Santo con.
Con su mortal, frio, y gèlido aliento.
FIN
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