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Nuestros mismos ojos aún siguen mirando los hermosos atardeceres en la playa, las magníficas puestas de sol en el horizonte marino, las olas rompiendo en los rocosos acantilados, el uno al otro... Los ojos que nunca dejaron de mirarse ni dejarán de hacerlo porque ahora pertenecen a ese matrimonio, antaño ciego. Ellos han tenido la suerte de recibir esos ojos que no fueron capaces de ver a tiempo aquel camión atravesado en la carretera.
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