Pienso en esos segundos desconcentrados, donde la noche era más clara que la luna. Y nos perdíamos juntos en un viaje sin vuelta. Estábamos juntos lo que significaba que donde vallábamos, no importaba si era el abismo el mar íbamos a serlo nuestro hogar. Nos libraríamos de los suspiros incomprendidos de la gente que nos veían pasar, éramos nosotros contra un mundo que no importaba. Pero nuestros suspiros eran lágrimas que prohibíamos derramar por orgullo por lo que fuera. No lo entiendo nuestro hogar se trasformo en la cárcel que escavamos, en la realidad. Era más fácil saltar y decir adiós. Pero suspirábamos y lo intentábamos hasta que nos cansábamos. ¿Dónde quedo el amor raro desesperado de la primera vez? ¿Lo perdimos en nuestro viaje sin vuelta? Quedo en miles de suspiros, los extraño como el adagio que escuchábamos antes del amanecer. Sabes aun lo escucho y la luna opaca me acuerda a vos, la oscuridad. El adagio no termina y sigue y los suspiros llorosos, el violín, piano, chelo, me acuerdan a vos.
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