Tentativa
No podemos ser solo lo que realmente somos, eso no nos basta, anhelamos ser muchas otras cosas. Siempre me he preguntado qué mueve el corazón y la inteligencia de aquellas personas que terminan consiguiendo una mirada única sobre aquello que los empuja, su pasión. Días en blanco, momentos color gris, anhelos imposibles, si contaran esas horas las historias de nuestros ir y venir buscando la situación más propicia para saltar sobre una de nuestras fantasías... El espíritu esta poblado de lugares para sentir otra realidad.
Como elementos de una historia nuestras vidas van extendiendo sus momentos de luces y sombras, solo en ellos podemos intuir el riesgo que aceptamos correr por el simple hecho de estar vivos.
Tentados a correr el riesgo, a abandonar por unos instantes la rutina diaria, a sentir la adrenalina revolucionar todo el cuerpo, a dejar de pensar lo que se debe hacer y dejarse arrastrar por los impulsos... Esta disciplina se debería aprender bien pronto, de lo contrario es demasiado el peso que contrarresta nuestra salida a ese mundo sin red.
Una vida puede transcurrir entre actos que se repiten sin cesar y no dejan respirar realmente al protagonista de esa existencia, que bien se pueden vivir así cien años pero no sería una existencia auténtica. El discurso se vuelve contra nosotros y termina dominándonos por completo, dejamos de ser críticos con nuestra propia vida y abandonamos la dirección por completo.
No todas las vidas vienen a este mundo para quemarse en la pasión que la existencia les ofrece, en la mayoría de los casos todo lo que nos acerca a vivir sin límites es considerado peligroso y gratuito. Como una llama que se agota, de esta manera transcurre aquello que llamamos vida y que a su vez apartamos un poco del centro de atención como hacemos con la muerte, relajando la tensión de no saber ciertas respuestas inmediatas, y que se nos hacen imprescindibles para seguir nuestro camino
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