Tardes grises.
Por Alexander Anthony
Enviado el 24/03/2014, clasificado en Amor / Románticos
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Era una de esas tardes lluviosas otoñales de octubre; Donde caminaba los parajes solitarios lleno de incertidumbre acompañados de mis penas y delirios que corren por mis venas provocando lo ilícito. Mis días y noches están llenos de melancolía, por mi mente hago una travesía recorriendo las calles y avenidas sin poder superar aun tu partida. Mis ojos insaciables de tener las pupilas como un valse inundado en lágrimas corren como aguas del río y caen como la lluvia. Un frío permanente que penetra mis entrañas y el pensar que jamás encontraría a alguien como tú, alguien quien complementara mi vida.
Mientras tanto en voz alta pensaba:
-Lloro, no porque estés ausente, sino porque no estás aquí presente;
-Lloro, no porque no tenga tu presencia, sino porque dejas viva una carencia,
-Lloro, por todo el daño que te he causado, por ser el responsable de toda tu desgracia.
-Arrepentido de rodillas te pido perdón y de todo esto he hecho una reflexión
Y he dado con la conclusión
Cada hora, cada minuto, cada segundo que pasan y en un punto de esta historia veo que mi corazón se desvanece. El destino me dice que junto a ti es donde debo estar. En un principio dije que eso no pasaría más, que no sería prisionero del amor. Pero luego contemple que lo contrario estaba sucediendo, que era inevitable resistirme aquello donde creció ese sentimiento y a pesar de activar mi mecanismo de defensa no fue suficiente porque con todo y eso fue llevándome con mucha ligereza al abismo cayendo en el precipicio de tus besos para al final terminar en esto
No hay más responsable que yo y solamente yo, ya que nunca me deje querer ni tampoco me di la oportunidad de amar; trataste de entenderme más yo no me deje ayudar. Vivir como quieras y hasta cuando puedas es clave para saber qué hiciste de tu miserable vida algo interesante cuando mueras. La sociedad se encarga de poner los perjuicios y calificativos pero algo que es veredicto, nunca falla, es recibir al final su merecido. Ahora entendió a la perfección que cada cosa tiene su tiempo y se disfruta exclusivamente en ese tiempo, ya que después de ese tiempo ya no hay más excusas que valgan. Veo a muchas damas pero ninguna se compara a ti, nadie como tú llena la sed que hay en mí, a pesar de estar con otras por ahí, tú aun sigues aquí. Es justo ahora donde no aprendí a valorar tu amor, cuando más necesidad tengo de estar contigo; pero antes tus ojos solo soy un detalle que ha pasado por desapercibido. Pero dentro de todo este complejo laberinto siempre pensativo, me dí cuenta que fui victíma de mi mismo, ambos somos tan culpables, que ahora somos desconocidos amables que siempre diran: Que sorprenderte es ver cómo sin descuidar cada detalle, te hice dudar, pero peor aún es como intentas responderte dicha interrogante al preguntar si nuestra confianza me atreví a vulnerar.
Es muy evidente la ausencia que dejas reflejada en los espacios vacíos que tú misma ocupabas. Mientras me culpo sin razón, está de más decir que será difícil estar sin aquella persona que una vez consideraste una gran parte de ti, pero prometo olvidarte, rehacer mi vida nuevamente y de alguna manera seguir adelante. Las madrugadas me dan calor, en este invierno sin primavera; la lluvia calma la sed del verano que viene y se queda.
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