El quinto invitado Parte 1
Por Claudio Hernández
Enviado el 28/03/2014, clasificado en Terror / miedo
1341 visitas
1
El concurso El donut de la psicología tenía una aceptación
en Prime Time extraordinario. Con un Share del treinta y
tres por ciento se encontraba en sus mejores momentos en
la cadena de televisión. Encerraban durante tres horas a cuatro
personas en el gran donut y se las tenían que arreglar para superar
una prueba o reto personal, la de eliminar sus miedos y, además,
conocer la de los otros. Uno de ellos era un topo y lo único
que pretendía hacer en el concurso era crear confusión a los otros
tres participantes. El disco, que era el gran donut como cariñosamente
lo llamaban en producción, era un círculo con un núcleo
fijo en el interior con cuatro compartimentos, y, adosado, un pasillo
en forma de círculo con cuatro puertas que giraba continuamente
hasta que decidía pararse en alguno de los
compartimientos, para que el concursante pudiera salir de su cápsula
y dirigirse a otra cápsula de su contrincante para entablar
una charla y descubrir quién era el topo. Un concurso bastante
atrevido que jugaba con los miedos de las personas y la propia
inteligencia. Quien descubría al topo, se llevaba los cien mil dólares.
El programa se grababa los jueves y debido a la complejidad
del mismo se emitía los viernes por la noche. Había veces en
las que un rodaje salía de un tirón y otras, los concursantes se desvanecían
o se volvían histéricos. En esta ocasión los concursantes
descubrieron su destino. Algo dantesco.
2
-Vamos, vamos chicos. Todos adentro- dijo el director de
grabación, mientras sostenía en su cabeza unos auriculares
con micrófono
-Para adentro- dijo uno de los concursantes, mientras se
frotaba las manos.
Se trataba de Ben, un chico joven, treinta años. Corpulento,
de lo que se suele llamar buen tipazo. Ojos celestes y con una
gran dosis de humor. ¿Sería el topo? Actuaba con una naturalidad
sorprendente.
Abrieron la puerta del donut, Ben fue el primero en ocupar
su habitáculo. Un trabajador de la cadena de televisión agarra
del brazo a Seth mientras el gran donut daba un cuarto de giro.
-Ahora puede pasar- dijo el hombre a Seth, y ella, con sus
tacones altos, entró, no sin un traspié. También era una
mujer joven pero algo mayor que Ben, tenýa unos treinta y
siete años. Era ejecutiva y estaba dispuesta a ganar y descubrir
al topo.
El tercer concursante era Douglas, un tipo obeso, alto y con
gafas de montura de hueso. Un cabello muy despeinado casi ta
paba las gafas. Era lento, por lo que su entrada fue algo más larga
de lo normal. Hablaba con pasividad y tenía un carácter risueño.
No inspiraba miedo pese a sus cuarenta años y ciento cuarenta
kilos de peso.
El cuarto concursante era Emily, una ama de casa, cuarenta
y cinco años. Tan sencillo como eso. También entró en el enorme
disco y ocupó su habitáculo. Ahora, la cosa iba de cerrar el gran
círculo y ponerlo en marcha durante tres horas. El pasillo exterior
se pararía varias veces durante todo ese tiempo para que cada concursante
pudiera pasar al habitáculo que deseara. Las paradas serían
automáticas o manuales a través de un botón que poseía cada
habitáculo. Todo se grabaría allí dentro, pero nada se vería fuera
en tiempo real. Ese era el reto. Si alguien entraba con claustrofobia
salía literalmente muerto de allí. El juego era sencillo, quitarse
los miedos de uno mismo y descubrir al topo. Los psicólogos
eran ellos mismos. El paso del reloj les situaría en cada acción.
3
El donut comenzó a rodar, no el núcleo central en el que
estaban ellos, pero sí el pasillo y el exterior. Por delante, tres horas
de intenso estrés mental. Al terminar, cada concursante comentaría
su fobia y cómo la habría afrontado y descubriría el nombre del
topo sí lo sabía. Si acertaba, cien mil dólares serían suyos.
Ben, pese a su juventud y vigorosidad, era el que tenía fobia
a los espacios cerrados. Por lo que su lucha personal había empezado.
Escuchaba mientras se echaba para atrás en el asiento de
su habitáculo, el zumbido del motor del disco circular. Estaba empezando
a sudar, pero debía resistirlo. Tenía dos opciones, sufrir
como un condenado en su habitáculo o parar el pasillo del disco
y comenzar a compartir su fobia con alguno de los concursantes.
Esto lo podía hacer de la forma mencionada o con los concursantes
que tenía al lado del habitáculo. Cada habitáculo se comunicaba
por una ventanilla de metacrilato. A un lado tenía a Seth y al
otro a Douglas. Asimismo, Douglas y Seth tenían a Emily.
Ben pulsó el botón de la ventana de Seth. Esta se abrió.
-¿Qué te sucede chico?- Le preguntó con una sonrisa en
los labios
-Me dan miedo los espacios cerrados, fobia, ya sabes...
-Sí, sí. Sé lo que es eso- le interrumpió ella y continuó-.
¿No serás tú el topo y te estás montando la bola?
Ben un poco más aliviado por la conversación reaccionó y
dijo:
- Puede ser. Puede que no- ahora Ben estaba mucho más
tranquilo, empezaba el juego. Y mientras, el pulso rápido de antes
daba paso al ritmo giratorio del disco enorme.
- ¡Vaya! ¡Te veo menos pálido!
4
Douglas permanecía callado en su habitáculo y respiraba
pausadamente casi al ritmo del motor que emitía un ligero zumbido
allá dentro. A un lado tenía a Ben, que estaba de cháchara con
Seth, y a su otro extremo tenía a Emily, que permanecía también
sentada, pero observando a todos. Los habitáculos eran transparentes
y podías ver a tus contrincantes. Estaba impaciente, pero
Douglas no parecía querer dar el primer paso. Tranquilo y desenfadado,
seguía estando allí dentro esperando quizás a que acabase
la cuenta atrás para salir tal cual entró. Finalmente, tras una larga
pausa, Emily pulso el botón de la ventanilla y esta se abrió en un
fiusss.
- ¡Vamos! ¿Quién eres?- Espetó ella-. Estás todo el tiempo
ahí sentado sin decir nada sin dar un mínimo movimiento.
Yo sé que tú eres el topo por la actitud que estás tomando.
Quieres disimular así, ¿verdad?
Pero Douglas ni se limitó a mirarla a la cara.
- Eres el topo. ¡Te descubrí!
Finalmente, Douglas contestó:
-No.
-¡Bah! Quieres engañarme- dijo ella algo desilusionada-, y
a ti qué te pasa, qué miedo tienes continuó mientras se tocaba
el pelo con ambas manos.
-Soy tímido.
-¿Solo eso?
Y Douglas se quedó callado por un momento más.
Comentarios
COMENTAR
¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales