El quinto invitado Parte 3
Por Claudio Hernández
Enviado el 28/03/2014, clasificado en Terror / miedo
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Emily estaba en el suelo, tirada, inerte, con la cabeza girada
del revés también. Seth y Ben se separaron de inmediato sorprendidos.
-Has sido tú, tú eres el asesino- le gritó Seth a Ben parando
de nuevo el disco. Y cambió de habitáculo. Después se dirigió a
una cámara del habitáculo y profirió todo tipo de insultos hacia
Ben llamándole asesino.
Ben negaba constantemente con la cabeza. Él no había sido.
Además, una cosa era partir el cuello y otra era darle la vuelta a
la cabeza completamente. Se preguntó si no había sido Seth, pero
antes a Douglas le había pasado lo mimo y estaba en un habitáculo
dos veces más lejos. Nada encajaba.
-Seth, si algo te conforta es que no he sido yo. ¿Quién fue
entonces el que mató al primero?- No sabía el nombre de Douglas
porque este no se había presentado a ellos anteriormente.
-Solo sé que ahora quedamos dos y que no podemos confiar
el uno del otro, aunque parezca que tengas toda la razón- respondió
Seth.
Pero, de pronto, parpadearon de nuevo las luces. Esta vez
ambos aterrorizados, sabiendo que algo más iba a suceder. A quién
de los dos le tocaría esta vez. Se apagó la luz por unos segundos
y volvió a encenderse. El espectáculo era dantesco. Seth profirió
un alarido de muerte que resonó en todos los habitáculos del
donut. Ben estaba en el suelo, con la cabeza vuelta atrás. Ahora
solo quedaba ella.
9
El disco o donut fue girando unos minutos mientras Seth,
embargada por las dudas, estaba cabizbaja y quizás fuera de sí.
Sus pensamientos no fluían de forma ordenada y no podía más
que recordar las imágenes de ellos. Pero no podía pensar con claridad,
cuando, de repente, las luces empezaron a parpadear de
nuevo. Su corazón ahora latía a gran velocidad y la presión de la
sangre le subía a la cabeza, pero debía mantener la calma. La luz
se apagó. Después, tras un largo y eterno silencio, se encendió de
nuevo. A su lado estaba Douglas, de pie, con la cabeza todavía
girada, de modo que estaba físicamente de espaldas a ella, pero
mirándola fijamente desde detrás de los cristales de las gafas.
-Hola Seth. Soy el quinto invitado y ha sido un placer conoceros-
la voz era gutural y ronca, como si un demonio se hubiera apoderado de él.
Y es que, en realidad, así había sido. El concurso acaba aquí concluyó.
Seth se echó para atrás con lágrimas en los ojos. De pronto
comprendió, un demonio se había colado en el disco y era el invitado
al que todos desconocían. Porque, sencillamente, no debía
estar allí. De pronto, una vez más, se apagaron las luces.
Cuando pasaron las tres horas y el equipo técnico del programa
abrió el donut se llevó una grata sorpresa. El que menos se
le desencajó la mandíbula al ver el dantesco panorama allí dentro.
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