La luz de la oscuridad (Parte 1)
Por Héctor StoryWrite
Enviado el 28/03/2014, clasificado en Drama
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Me sentía agotado, había sido un día realmente duro. Las discusiones en casa eran cada vez mayores, y yo comenzaba a sentir que aquel no era mi lugar, que con apenas 19 años debía de salir de aquel piso para iniciar mi propio camino; un camino nuevo, sin asfaltar y pedregoso, que solo yo podría alisar.
Una cálida vela se fundía sobre la mesa pequeña del salón, por más que la vela intentara erguirse el fuego se iba alimentando de ella, poco a poco, iba deshaciendo con su penetrante calor aquella estaca de cera. Aquel día me encontraba solo, aunque últimamente, aquello no era ninguna novedad y en realidad así lo quería. Con el tiempo, según iban pasando los años me iba haciendo más y más reacio a conocer gente, a relacionarme si quiera, de hecho, apenas salía de casa si no por un motivo en el que no tuviera elección, el incendio del pasado día me pareció uno de esos motivos. En realidad, si que hubiera tenido otra opción, pero no estaba ni tan desesperado ni tan depresivo para llegar a tal punto.
La casa aún tenía un fuerte olor a chamusquina cuando alguien llamó a la puerta; ¿debía abrir?, la pereza pudo con la respuesta, sin embargo el sujeto insistió. Muy a mi pesar me levanté y me dirigí a la puerta con paso cansado y sin ánimo, casi como si tratase de imitar a un fantasma. Miré por la mirilla, pero nadie dejaba verse, por alguna razón, algo en mi interior me dijo que debía abrir e incluso con mi propio asombro, giré el pomo de la puerta y abrí. Una fuerte corriente entró en la casa, era un viento denso y sombrío que no dejaba ver mucho más allá, parecía que aún quedaban restos de aquel incendio devastador. Cerré la puerta y me giré, alguien había interrumpido mi bueno en realidad mi nada, hacia años que no hacia nada, solo sobrevivir y encima no se me daba demasiado bien.
La policía aún no había descubierto el origen de aquel incendio, pero si sabían que mi padre y mi perro ya no formaban parte de, al menos, el universo conocido.
Nunca habían sido de mi gran afecto, pero aún así eran todo lo que tenía en el mundo y por primera vez en mi vida, me sentía total, absoluta y completamente solo, allá dónde miraba solo veía más y más objetos carbonizados y la vela del salón se había fundido por completo, dejando un olor agradable, pero intenso. Ese olor me hizo pensar, fue como si penetrara por mi nariz y fuera de golpe a mi cerebro, creando una sensación de sosiego, sin pensarlo me sentía nuevo, me sentía libre y aproveché la ocasión para salir a la calle, para salir a ver aquel mundo casi desconocido para mi.
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