Ella renacía en su nueva vida, había pasado por mucho en muy poco tiempo, y ya sabía perfectamente la vida que quería, o eso pensaba; luchaba entre su pasado y su futuro, tratando de armar un presente. No sabía decidirse entre la espontaneidad, sencillez y naturalidad que admiraba, o la lujosidad, delicadeza y estilo que quería demostrar. Entre sus pasiones y sus errores conocía gente con grandes pensamientos, y mentes aplastadas. Entre ellas, una que en pocas palabras y casi sin querer, le enseño a combinar dos formas opuestas en una, y es que ¿Acaso el exterior demuestra el interior? El real ser interior no era aquel que había que lucir, y una sola noche bastó para que pudiera entenderlo.
A pesar de saber a donde quería llegar, en su camino se dejaba disfrutar, vivir emociones, riesgos, algunos terminados en lagrimás, otros en profundos pensamientos; no sabe cuento le llevará, pero esta apurada, le teme al tiempo y a la soledad. Quiere lo seguro, pero se anima a lo distinto. Quizá, no sabe muy bien a donde va, solo sabe que quiere llegar.
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