Cuando conocí a Niño Van en una tarima de madera
Por Olaf Arroyo
Enviado el 01/04/2014, clasificado en Reflexiones
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Y así,
entre el café y las 10:30,
entre la carga de día y sus ajetreos, entre la lejana distancia al hogar estaba.
Cuando todo era suspiros y sonrisas preocupadas,
entonces las luces y una tarima de madera se volvieron magnéticas.
El murmullo calló y dio lugar a una guitarra, un bajo y un acordeón.
Y el viento tomó su lugar entre los asientos y las mesas,
tan tímido como si un niño al dar su primer beso fuera.
Y la noche se alejó un poco, para que sus hijas las estrellas brillaran en el espectáculo, ahí,
detrás de un acordeón, un bajo y una guitarra,
en una tarima de madera.
Y la música sonó,
y las sonrisas nacieron,
y de repente me di cuenta, una historia de dos se volvió cosa de tres, de diez, de 20.
Porque de un Dí que sí pasé a un I love so much,
porque no pude Dejar de verte mientras La libélula me paseaba por Mi África,
porque El mundo se volvió tan pequeño como un pequeño café a la mitad de la calle octava,
y eso es algo bueno
Y en este camino de música, narraciones y risas escuché una frase que decía:
Hagamos que este sea un pequeño gran lugar
Y sólo pude pensar No lo será, pues ya lo es, porque la lucha por no perder el alma se libra día a día, y un pequeño gran lugar es lo necesitaba para ganar la batalla de hoy.
Y gracias a una sonrisa de azúcar morena,
gracias a Niño Van y a una tarima de luces y madera, pude decir:
Hoy hoy no caí, hoy me encontré un poco de sabor de hogar, de esperanza, de amor y de optimismo
sólo por hoy, de nuevo mi alma es mía
Es así como conocí a Niño Van,
entre luces, una tarima de madera, guitarra, bajo y acordeón,
y a cambio me llevé una sonrisa, una muy larga,
al partir hacia la noche del otoño...
(Niño Van es un grupo folk, originario de Ensenada, Baja California, en México. Pueden encontrar su música fácilmente en internet, los recomiendo muchísimo)
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