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Sus tacones de aguja le hacían cada vez más daño. Esas largas y esbeltas piernas eran su perdición de cada día, aquello que lo dejaba sin razón alguna. Se perdía en las curvas de su cuerpo, y se encontraba en su mirada azul. En su sonrisa volaba la imaginación, y con caricias dibujaba paisajes en su cintura. Con sus manos descubría lo más hermoso de ella, mientras escondía en su pelo los secretos del amor.
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