El poder de las caricias

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No puedo precisar a cuantas mujeres he amado, tampoco las que seguiré amando, pero la mano de un poder superior te ha puesto en mi camino Michell…pocas han sido las veces de contemplar una mujer tan hermosa…junto a mi.

Fascinado por tu belleza. Atrayente, un cuerpo divino, y piernas maravillosas, y llamando a las cosas por su nombre, tu culo es perfecto.

El tacto, las personas no saben lo que pierden al no entrenarse, en la ciencia de este sentido infravalorado, el te da las dimensiones del cuerpo, el calor. Las yemas de mis dedos se deslizaban por esa piel de melocotón, canela y tostado de Michell, por sus torneadas extremidades. Como era para Grenouille su olfato, para mí es la sensibilidad de mis manos. (Solo metafóricamente hablando)

Incansables mis dedos, recorren cada pliegue de tu cuerpo, muy pocos. Tú eres tersa, tu piel rezuma juventud, deseo que este atrapada, a través de mis yemas, transportándola hacia mi zona más erógena. Mientras mis labios acarician su seno duro, suave, de los que sobresale un diminuto pezón, eréctil y firme.

Mis manos ascienden, los labios y lengua bajan, de forma pausada, pero en una sola dirección quería una reunión de mis sentidos, en un mismo punto. No era otro que sus labios mayores, que protegen la entrada, acariciando, besando y lamiendo su monte de Venus, y sus labios mayores, abriendo el paso al interior mi lengua, avanzaba hacia su sensible punto, este al recibirme se contrajo por mis acometidas rítmicas y continuas, haciéndola estallar en un hermoso orgasmo interior.

Apresado como estaba entre sus largas piernas y mi cabeza presionada sentí un placer intenso, era mi premio…aquella desbordante humedad de su sexo. Michell cumplidora de su parte, ha sido generosa en su cometido regalándome múltiples orgasmos, y una palabra para enmarcar…lo tratas como una lesbiana. Agradezco el halago que me comparen con una lesbiana, o con un homosexual. La sensibilidad de ambos colectivos en el tema amatorio, para mí la quisiera.

La sentí sobre mi pecho, calida y estremecida, los ojos velados o brillantes, sus labios encendidos, temblorosos, fríos.

La bese. La estuve besando. Siempre me parecía soñar. Y la estaba apretando con fuerza, estrechando anhelosamente su felicidad.

Ella se desprendió suavemente. Me miraba con ternura. Tocó mis labios con las yemas de su mano café con leche. Besó mis ojos, perfiló mi rostro. Y con una sonrisa me dijo ahora me toca a mi… Michell, ¿porque será que te quiero tanto?

Se abalanzo sobre mi pecho, besaba mi torso sin dejar de acariciarme…

P.D. Y así dos horas...esta es la versión completa


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