En un arrebato de exaltación se levantaron lentamente sobre rocas, piedras y adobes. Se esforzaron mucho en su obra; hubo abundantes muertos y niños esclavizados; la torre se levantó con sangre. Gritaban para poderse percibir, gritaban para trabajar. Durante años fueron subiendo; la llanura se veía como un campo desolado y el camino circular para llegar a la cima era cada vez más vasto. Arriba hacia frío y abajo calor; la obra alcanzó su altura máxima. El colosal torreón era el orgullo de aquel pueblo.
Un susto horrible invadió cada nivel; tocaron a la puerta del cielo pero nadie abrió..! La noticia cundió, ¡tanto esfuerzo perdido¡ La locura rendía explicaciones incomprensibles, se hablaba y se hablaba sobre el inesperado suceso hasta que llegaron a la conclusión que estaban utilizando el idioma incorrecto. Entonces cada uno inventó una voz y pidió turno para tocar en la puerta Definitiva, pero era tarde, el caos los abrazó, cundió el pánico y la anarquía se apoderó de sus lenguas.
Los pocos que quedaron vivos se alejaron con amargura del aquel lugar, donde vivieron su niñez y sintieron el amor esperanzador de sus padres por una vida eterna. Los pocos que quedaron vivos caminaron desolados por la estepa y como un recurso secundario, luego fundaron las naciones.
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