Una noche de tormenta

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Después de un duro día de trabajo, cansada y aburrida de la rutina, como cada día descansaba en la comodidad de su casa, pero en un impulso por hacer algo diferente, se decidió a dar un paseo por el bosque a media noche. Pensaba en que cualquiera que le viese le tomaría por loca, pero le apetecía penetrar en la oscuridad, en lo desconocido, no sabía muy bien por qué.

La noche estaba ya avanzada y tan sólo la tenue luz de la luna iluminaba su camino, con una mezcla de miedo e ilusión caminaba inmersa en sus pensamientos. Cada dos por tres miraba hacia atrás al oír una hoja en el suelo, a veces se sentía observada o el crujir de una rama con el viento le hacía sobresaltar, empezaba a tener miedo y a arrepentirse de no haberse quedado al calor de su hogar.

De pronto divisó a lo lejos dos siluetas que caminaban hacia ella. Tuvo el impulso de darse la vuelta y volver a casa, pero algo se lo impedía, y siguió caminando. Al irse acercando las figuras fueron tomando forma, los dos hombres pasaron por su lado sin prestarle demasiada atención.

Con una sensación un poco rara, ella se quedó observándoles un momento y después continuó su paseo, se dio cuenta de que su corazón se había acelerado y se rió de si misma al descubrir el pensamiento que había rondado su mente, pero enseguida se dijo a sí misma que no podía ser, que otra vez estaba imaginando cosas que no pasarían. Dejaba volar su imaginación mientras caminaba cuando de pronto tras ella sintió una mano firme que agarraba con fuerza su nalga. Volvió de sus ensoñaciones y se encontró en una caseta abandonada en medio del bosque, con los dos hombres rodeándola contra la esquina, no tenía escapatoria, pero tampoco tenía intención de marcharse...

Con una sonrisa traviesa comenzó a agarrar los miembros de ambos y a besarles apasionadamente.

Entre los dos la desvistieron despacio quedándose en ropa interior. A ambos les brillaban los ojos por la belleza que tenían delante. La chica seguía jugueteando con sus manos haciendo que ellos se excitasen cada vez más. Comenzó a chupársela a uno de ellos y siguió deslizando su mano por el miembro del otro, mientras les miraba con unos ojillos que delataban que quería que esa noche fuese larga.. Al mirarles por primera vez más detenidamente, se dio cuenta de que sus caras le resultaban familiares, es más, bastante conocidas, lo cual le excitaba mucho más. El segundo de ellos no aguantó más y se colocó detrás de ella haciéndole estremecer, comenzó a moverse y sus respiraciones a acelerarse.

Mientras tanto fuera se estaba formando una buena tormenta, la lluvia empezaba a hacerse notar y los rayos a iluminar de cuando en cuando la noche. La caseta abandonada donde estaban apenas tenía techo, por lo que la lluvia mojaba sus cuerpos ya de por sí sudorosos.

Cada vez más excitados, la chica hacía pequeños gemidos, estaba pasándoselo como nunca, mientras ellos disfrutaban de cada curva de su cuerpo mojado y brillante, haciéndole sentir al máximo, besándole y acariciándole sin parar. La tormenta cada vez era más fuerte al igual que sus latidos y respiraciones entrecortadas de placer que se confundían con los sonidos de la noche.

De pronto abrió los ojos y se encontró en su casa, sudorosa y acelerada. Pensó en lo que le había sucedido y al recordar, pensó que de nuevo habría sido un sueño. Pero la intensidad de sus recuerdos y más de una marca en su cuerpo le dijeron que esta vez no, esta vez había pasado de verdad.


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