Basura en la calle o en la cabeza
Por Alexander
Enviado el 12/04/2014, clasificado en Reflexiones
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Hoy observé como una señora, que rondaría en edad cerca de los cincuenta años, lanzó sin ningún prejucio, cerca de un árbol, el vaso de plástico del café que se había tomado. Pasó de largo sin siquiera sentir la menor vergüenza, ni se inmutó al arrojar ese desperdicio cerca de un ser vivo, como lo es el árbol. Me pregunto si a ella le gustaría que le lanzaran en sus pies un vaso de plátsico.
Bueno, mi reacción no fue agredirla ni mucho menos, solo pensé para mí, que cultura existe en este país, si arrojan desperdicios contra su propia calle, y después se quejan de que la calle está sucia. Segundos después de que se había alejado unos cuantos metros de mí negué con la cabeza, qué tenía aquella señora en la cabeza.
Pero luego observé el resto de los desperdicios y dije: "no es solo la señora, son una gran cantidad de inescrupulosos que ensuacian su propia ciudad". Todos esos desperdicios no podían estar allí porque sí, alguien los tendría que haber arrojado, tal como aquella señora arrojó hoy su vaso al piso sin ningún problema. Me pregunto ¿Qué ganan con eso?
Una vez desaprobé el hecho de que una señora, mucho más joven abusadora de hoy, que estaba en estado, arrojara basura al piso. Imagínense, así quieren que sus hijos tengan un atisbo de moral, sin ni siquiera su propia progenitora respeta a lo más sencillo de respetar. Le dije que aquello que había hehco estaba mal, ella solo se río, como si le hubiera contado un chiste.
Allí es cuando pienso, será necesario hacer que esas personas vayan a cámaras de gas para morir por atentar contra su propia ciudad. ¡No! Eso sería más cruento aún que aqullo cometido por tales individuos. La solución bien podría ser cacharlos en el acto y hacer que recojan parte de los desperdicios, así tal vez se darán de cuenta qué ganan con arrojar basura a la calle, aún cuando existen papeleras destinadas para tal fin. Es como si le dijeran a la ciudad que es un basurero y eso no se debe permitir.
Yo creo que existe una solución más preventiva aún, una en la cual estos individuos nunca piensen en arrojar nada a la calle, porque tienen unos principios, unos que de verdad le abran la mente a tales sujetos. Quizás la mejor cura para una enfermedad es la prevención. Pero por ahora estamos enfermos y debemos aplicar el tratamiento.
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