Pues, si, Jesucristo fue uno de los primeros zombis de la historia. ¡No me digáis que no os ha-
béis dado cuenta de ello! Lo que está claro es que no puedo demostrarlo con hechos irrefutables.
Pero todo concuerda: la infección, la plaga, las filas de no muertos cristianos que pueblan el
mundo de cabo a rabo extendiendo aún más la palabra de Dios (el virus que nos convierte en
tan muertos vivientes como los de verdad, vaya; caminando sin nada en nuestras mentes y al-
mas esperando a que nos den por culo) Lo que no logro entender es el porque el cine nunca
los ha retratado como realmente son en la realidad; aquí debe de haber alguna especie de con-
flicto de intereses y estrategias de marketing. En la realidad los zombis no arrastran los pies
ni caminan lento, aunque si tengan la mirada perdida puesta en un punto en el cielo al que
creen que irán después de muertos. ¿¡Después de muertos!? ¡Se supone que no van a morir
nunca! La muerte para ellos no existe. Veis como todo concuerda ¿Qué más pruebas necesitáis
para entender que la mayor plaga zombi de la historia comenzó con el cristianismo?
Me imagino a Jesucristo encerrado en aquella cueva, aun sangrando por los alambres de espi-
no que llevara puestos. Me lo imagino echándose una siesta de tres largos días con sus tres largas
noches allí en el monte Sinaí (O como se llamase el monte) Y es que parece que estoy viendo a
un par de desgraciados devotos yendo hacia la cueva para liberar a Jesucristo. Éste saliendo tran-
quilamente de la cueva y encaramándose a la yugular de los discípulos. Lo mas probable es que
ellos ni se resistiesen a las mordeduras, al fin y al cabo lo buscaban conscientemente. Los muy
ilusos, que ya seguramente estaban muertos antes de que los matase Jesucristo; por medio de su
hambre insaciable de carne fresca, miedo y la estupidez que todas las personas llevamos y de
las cuales esa clase de zombis se aprovechan. Los muy adeptos, medio se desangrarían entre el
éxtasis de la cercanía del "descanso eterno" prometido por Jesucristo y eso de ser devorado vivo.
Puede que incluso se empalmaran mientras se los comía, primero a uno y después a otro, por-
que otra cosa no, pero prisa había poca, ya tendrían tiempo esos engendros del diablo de propagar
la infección por el mundo.
Ahora bien; vosotros os preguntareis como es posible que aún sin ser iguales a como los ponen
en el cine no sois capaces de reconocerlos, porque algo han de tener distinto del resto que intenta-
mos resistirnos al contagio de la infección cristiana; lo que pasa es que debido a la evolución de
las especies (en especial la zombie) poco queda hoy (prácticamente nada de nada) de los zombis
de aquella remota época de súperestupidez y superstición. Ahora, como ya he dicho, los zombis
han evolucionado tanto que ya es muy poco probable identificar a uno a simple vista a no ser por lo
dicho anteriormente, esa mirada perdida y placeba que les reconforta el alma por la promesa de
un mañana mejor y la sonrisa propia de quien va de setas alucinógenas. Incluso los muy bibrones
ya ni siquiera muerden como los del principio; después de siglos y siglos de contagio y por medio
de cursos a distancia financiados por el fondo social Europeo para la mejor captación y distribución
de la plaga zombie, han aprendido a simplemente infectar únicamente las mentes. Eso es bueno a
la hora de no tener que comerse vivo a nadie (de todas formas el virus se propaga por el cuerpo
igual de bien que si te mordiesen) como decía; eso era necesario para los zombis que por alguna
particular razón fuesen vegetarianos, ya me entendéis. Pero lo que resulta mas inquietante de todo
esto de esos zombis modernos es que hemos aprendido a convivir con ellos; coño, si incluso les
financiamos su obra benéfica por medio de nuestros impuestos. Vaya, que ya aceptamos la plaga
zombi del cristianismo como algo normal. Llegados a este punto lo anormal sería que no la tuviéra-
mos.
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