El Cintillo - Capitulo 1

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Todo empezó una tarde de verano, yo tenía 10 años y ella igual. Era el último día de escuela, por lo cual estábamos muy emocionadas porque empezaban las vacaciones y todo ese rollo. ¡Y que mejor manera de empezar las vacaciones que estar en la casa de tu mejor amiga! Digo, ella pensaría lo mismo, no es así? ¡Tenían que ser las mejores vacaciones de mi vida! Jo!. En fin, por un extraño motivo la casa de Sophia estaba sola (usualmente estaban su mama o en su defecto el hermano, el papa de Sophia casi nunca estaba en casa. ). En circunstancias normales, mi querida madre no me hubiera dejado sola en una casa ajena ( en especial a esa edad ), pero extrañamente no dijo nada.- Los planetas se alinearon – pensé dentro de mi cuando me di cuenta de la situación – Es hoy, o es nunca Mandy. Este era mi día.

 

Por otra extraña situación no nos pusimos a atrapar a los jodidos saltamontes. Y por ende nos pusimos a ver una película en su habitación. Sophia llevaba tiempo queriendo ver esa película conmigo, se llamaba “La reflexión “. La película en cuestión era parecida a las que le gustaban a Holden (pronto les hablo de él). Trataba sobre un chico aburridísimo que trataba de ligar con un montón de chicas. Sin éxito. El chico defraudado y más deprimido que la depresión llanera de la Antártida intenta quitarse la vida con una Magnum de calibre 45. Disparándose en la sien. Por buena ( o mala, pero para mi sería horrible ) suerte del destino, el chico termina vivo pero con una fea cicatriz en la cara (pero que se podía esperar? ). Entonces el chico vuelve a salir con todas las chicas que anteriormente se había intentado ligar, esta vez con éxito. ( Jo! Si yo fuera una de esas chicas ni a balazos saldría con el! Lo rechazaría de nuevo! Me hartan las personas cobardes si quieres saber la verdad, si tenía un problema porque no lo afronto? O por lo menos porque no le dijo a alguien para que lo ayudara? Yo lo hubiera ayudado! Pero supongo que así no funcionan las cosas en Hollywood. Malditas películas, siempre le hacen creer a uno que todo es de color rosa.   ) En fin, el chico empieza a tener problemas existenciales consigo mismo,( de nuevo )-( ya que sospecha que las tipas lo aceptan por lastima) y va a su casa, se desnuda, toma un chorrero de pastillas que había debajo de su cama, escribe una carta culpándose a si mismo de todo lo que le pasa y la titula “ La reflexión “. Finalmente escribe en la pared de su cuarto “Di lo mejor de mi, ahora da lo mejor de ti “y acto seguido, se vuela los sesos. Después aparece la escena del funeral y la voz del protagonista diciendo que el suicidio es malo y todo ese rollo. Vaya cretino!, si era tan malo porque se mató? En fin, el momento más memorable de la película fue cuando Sophia empezó a repetir “no, no, no , no “ miles de veces cuando el tipo se mató definitivamente. Vaya ternura.

 

Después que acabamos de ver esa película, nos sentamos en su cama y empezamos a hablar de distintos temas.

-Mandy, aun no puedo creer que John se haya matado después de todo esos problemas por lo que paso – Parecía espantada, casi se le salía las lágrimas-, porque la gente hace eso? Que horror!

-Sophia- Le dije, tratando de calmarla- era solo una película, casi nadie comete ese acto, en todo caso, lo hacen por estar desesperados, no? – Aunque sabía que muchas personas se suicidan actualmente, pero no era el caso decirle eso- Hablemos de otro tema, te parece? Vamos a ir mañana al parque de diversiones? Oí que pusieron una nueva montaña rusa.

- No!, sigamos hablando sobre el suicidio , a donde van las personas que se matan?

- Al infierno Sophia, a las llamas del infierno- Ya me estaba empezando a preocupar un poco el tema si quieres saber la verdad- Por cierto, como vas con Gustavo, aun gustas de el?

- Digamos que sí, pero no se si el gusta de mi. Desde que conoció a la sifrina que llego el año pasado al colegio, no ha vuelto a mirarme- De repente, sentí como si Sophia intentara decirme algo, ese algo que tenía en mi mente- Ni siquiera de reojo

- Oh que triste, seguro que pronto se dará cuenta de quién eres en realidad, de tu belleza- En este punto, los mechones rubios de Sophia se volvieron mas intensos, mas llamativos, el momento se acercaba- De lo linda que eres.

- Lo dices en serio Mandy? Digo, no eres chico, como puedes saber si soy linda, o no?

- No hace falta ser chico para ver tu belleza – Ya no podía controlarme, al fin matare esa duda! Ese demonio que me ha perseguido desde hace tiempo!- Créeme, se lo que digo.

-Bueno, si tu lo dices Mandy, si tu lo dic..- Y ahí paso, en un impulso de adrenalina, lo hice, le puse la cerecita al pastel, bese a Sophia Blanco, aun recuerdo el sabor de sus labios, a pesar de los pocos segundos que estuvieron juntos a los míos- Pero qué coño?

 

Antes que Sophia pronunciara esas últimas tres palabras, supe de inmediato el error que había cometido. Lo sabía por las expresiones de su cara, eran abismalmente diferentes a las mías. Las mías eran de felicidad y asombro. En cambio, la única expresión facial que compartía con Sophia era la de asombro, el resto de sus expresiones faciales eran de asco, repugnancia, desdén y por ultimo asombro.  

 

Oh si, mate a ese demonio, y pude confirmar que me gustaban las rubias (Perfecto). Hubiera sido el día perfecto, si no fuera por las acciones que tomó Sophia después de ponerle la cerecita al bendito pastel. Tal y como lo pensé, Sophia no le menciono nada a su Mama (o en su defecto a la mía), pero hizo algo bien tierno.

 

Terminó su amistad conmigo.

 

No la volví a ver en todas las jodidas vacaciones, lo que se suponía que iban a hacer las mejores vacaciones del mundo, terminaron siendo las más aburridas. Todo por conocerte a ti misma (¿tan malo es eso?), en fin cuando regrese al colegio me enteré que Sophia se había cambiado de salón y además que era su ultimo año en el colegio, ya que sus padres estaban interesados en mudarse a Caracas por todo ese rollo de la universidad de su hermano. Cabe destacar que me evitaba más que un perro callejero con hambre, de esos de los que siempre evitas darle un pedazo de pan. También llevaba la misma expresión facial de aquel día. Desdén. Supongo que fue un fallo de repostería. Al menos Sophia no le conto todo esto a nadie, aun le debo dar las gracias.

 

(Si estás leyendo esto Sophia, donde sea que estés. ¡Muchas gracias amiga!).


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