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Y regresé al cielo. A petición mía se me había concedido visitar la otra instancia. Las grandes puertas se abrieron cuando me encontraba muy próximo a ellas, como previendo mi llegada y sin necesidad de que llamase. Tras entrar con precaución, bueno, con miedo, la verdad es que allí no se estaba mal, salvando el sofocante calor. Mi sorpresa fue mayúscula cuando me recibió el mismísimo Satán. No esperaba verlo tan pronto. Sin embargo, no fui bien recibido. Olvidé desembarazarme de aquellas dos grandes alas blancas.
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