LA VERDADERAASTURIAS
Había quien vivía en Asturias y aún no conocía la belleza de la misma, lo que era lo mismo que decir la verdadera Asturias. Él era un hombre que para la cual bien no podían existir bar alguno, donde se despertará un espíritu noble y a menudo se contaban canciones que liberaban el espíritu, que hacían olvidarse de tiranteces y comedimientos,, desprenderse de uno y acordarse del bienestar y porvenir de los que les suceden. Lo que permitiría crear en su proximidad, con este nuevo entendimiento de la vida, oto espíritu, que cuando fuese oportuno resultase hasta navideño. Y no acabase Navidad tras Navidad más triste todavía, aún sin faltar nadie para que ello sucediese. Y tampoco por mas que se sintiese pastor, cogiese el molinillo y contase un chascarrillo, esto era lo más apropiado para despertar un espíritu divino o navideño en fechas invernales. Así que un día sin mucho pretenderlo por parte de éste, entre el empuje de la gente y de las costumbres de la tierra. Se vio envuelto en el calor de la noche en el bar y cuando se dio cuenta estaba cantando a viva voz canciones que iba aprendiendo del lugar de donde habitaba, así como sus costumbres, que le permitió desde entonces vivir más feliz y liberado. Y conocer aunque a una edad tardía placeres comunes y podría hablarse, hasta de sus bienes culturales, como las de compartir sidra y canturrear canciones del lugar. Aficionándose pronto a tales menesteres, a la vez que descubría una parte importante de lo que suponía la historia de Asturias y de las bellezas que en ella reside, que le venían reveladas en los cada vez más abundantes culotes de sidra que fue bebiendo. Comenzando desde este momento a ver estos parajes y formas de vida con mejores ojos de la que por fin llegó a sentirse identificado y por supuesto a ennoblecer su espíritu, que tenía verdaderamente en cuenta al prójimo. Y se despertaba así en él la hasta ahora oculta para él, la belleza de Asturias. La verdadera Asturias.
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