-No somos más que recuerdos rotos, y yo estoy perdiendo mi existencia en cada momento. Ya mis últimos días se fueron, ya no quedan más que creencias de que algo sucedió, no hay certezas. Ana, no hay nada más, solo tu nombre ¿cuánto tiempo vas a estar en mi mente antes que desaparezcas? ¿Antes que te mire y no sepa quien sos? ¿Antes que todo se nuble y pierda quién soy? Ana te voy a olvidar, aun cuando prometí no hacerlo. Voy a olvidar que alguna vez me sentí vivo con vos. Te voy a olvidar.
Silencio.
-¿Quién sos?
Ana agacho la cabeza y lloro en un triste silencio.
-Soy tu hija, Ana.
Y repitió esa respuesta a cada misma pregunta. Lamento no decirle. papa, somos los recuerdos rotos propios y de otros, y siempre te voy hacer recordarte pero se olvido. Vio el trozo de papel en su campera con esas palabras. Las había escrito para este momento pero siempre había un último momento de lucidez.
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