Quiero que te folles a mi mujer

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Óscar.

 

  - ¿¡Qué!?

 

Leonar.

 

  - Que quiero que te folles a mi mujer.

 

Óscar.

 

  - ... ¿¡Pero... ¿Pero qué...

 

Leonar.

 

  - Escucha, tío, soy lo suficientemente inteligente como para saber que voy a estar comiendo mierda en ésta cárcel durante mucho tiempo, ¿vale? Con un poco de suerte a lo mejor estos ocho

años quedan en la mitad pero, aún así, van a ser muchos y... Mira, sé que fue una estupidez

aceptar pasar droga, no tenía ninguna buena mano en la partida, pero lo hice por que no tenia

otra... Bueno, ahora eso da igual: quiero que te folles a mi mujer; no que te acuestes con ella,

no, quiero que te la folles. Tricia es una mujer joven y esta bastante buena, creo que no hace falta

que te lo diga, ya lo sabes, la conoces, y a pesare de que sé que me quiere mucho, eso no quita

para que con el tiempo se pierda esa llama y que llegue cualquier gilipollas... Es que cada vez que

pienso que algún otro cabrón se lo puede estar tirando me vuelve loco de celos.. No duermo

bien por las noches, sabes. Te lo pido como amigo: fóllatela.

 

Óscar.

 

  - ... Eeeh, aún no sé si me estas hablando en serio o...

 

Leonar.

 

  - ¿Tengo cara de estar de cachondeo?

 

Óscar.

 

  - No, desde luego, ¿pero que diferencia hay entre que me... acueste yo con ella o lo haga otro?

¿Te sentirías mejor sabiendo que soy yo?

 

Leonar.

 

  - Puestos a que se la folle cualquiera, prefiero que seas tú; eres mi amigo, ¿no? Tener la certe-

za de que se la está tirando alguien como tú creo que me ayudará a soportarlo. Yo te aprecio,

tío. Sabes que eres mi ídolo, desde que éramos unos renacuajos. Siempre has sido mas sensa-

to que yo, eres una buena persona, sana, con dos dedos de frente... Hazlo por mí, por nuestra

amistad.

 

Óscar.

 

  - ... Pero es que es ridículo... quiero decir que para qué están los bis a bis esos... podéis acos-

taros cuando...

 

Leonar.

 

  - ¿Cuando? ¿una vez al mes? ¿Te crees que la cárcel es una especie de discoteca donde las

parejas vienen cuando quieren follar? Como mucho lo podríamos hacer una o dos veces al

mes, sin tener en cuenta que ella tiene que recorrerse unos doscientos y pico kilómetros cada

vez que viene a visitarme… ¿A ti te gusta mi mujer?

 

Óscar.

 

  - ¿Es una pregunta con trampa?

 

Leonar.

 

  - Hazme ese favor.

 

Óscar.

 

  - ... Vale, o sea, supongamos que me quiero acostar con Tricia. ¿Y qué pasa con ella? Ella ten-

drá algo que decir, digo yo; es un ser humano libre, y no por que tú seas su marido puedes deci-

dir con quien se a de acostar.

 

Leonar.

 

  - Por eso no te preocupes. Ya he hablado con ella

 

Óscar.

 

  - ¿Y qué te ha dicho?

 

Leonar.

 

  - Está de acuerdo... Le he explicado las cosas y, bueno, se ha sorprendido un poco al principio;

de hecho estuvo pensándoselo unos días antes de contestarme, pero le parece bien. Le gustas.

 

Óscar.

 

  - ... ¿Y qué pasa con vuestros hijos?

 

Leonar.

 

  - De momento son pequeños. Si algún día preguntan ya se les explicara. Además, ¡no lo vais a

hacer delante de los niños, coño!

 

Óscar.

 

  - ¡Pues claro que no, joder! Pero no sé que decirte sobre todo esto.

 

Leonar.

 

  - Piénsatelo un tiempo y luego me dices... Bueno, tengo que volver al catre. Gracias por venir a

verme, amigo.

 

Óscar.

 

  - No hay de qué. Suerte.


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