Denunciar relato
Mientras la impía lluvia borraba la rayuela, yo miraba por la ventana ansiosa por ver parar de llover. No porque no me gustase, porque me encantaba. De hecho muchos días era mi consuelo. Lo deseaba tan solo porque el juego se había interrumpido. El dibujo era lo de menos. Volverían a pintarla, con aquellas grandes piedras blancas, sin suponerles ninguna dificultad. Y volverían a jugar. Y yo me divertiría con ellas, aunque fuese asomada a la ventana y sentada en mi inseparable silla de ruedas.
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