Firmamento (parte IV)
Por Centaurea alba
Enviado el 24/04/2014, clasificado en Ciencia ficción
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Tardó más de lo esperado en llegar a Marte. La nave salía 5 días después del encuentro con su informador.
Cargada con su bolsa con algo de ropa y unas cuantas armas salió de la estación de aterrizaje para naves de turistas y caminó resuelta. El siguiente paso era encontrar alojamiento para unos días y después iría a ver a Nikta.
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- ¡Duke!
El aludido giró la cabeza.
- ¿Adónde vas con esas prisas?- respondió sonriente. Supongo que ya está todo listo.
- Todo menos tú. No te has presentado a la reunión de última hora, Sergey no estaba nada contento.
- No me hace falta estar presente en reuniones de última hora. Solo sirven para repetir lo dicho anteriormente y me ponen de los nervios. Es mejor estar concentrado y tranquilo antes de una misión.
- ¿Y tu idea de concentrado y tranquilo es venir al casino?- preguntó sarcástico.
- Cuando nuestro posible objetivo lo frecuenta sí.
- ¿Estás siguiendo al objetivo?- preguntó mirando a todos lados. ¡Sabes que no puedes actuar por tu cuenta!
- Vamos a tener que hacer otra reunión contestó serio. Me he enterado de algo interesante. Nuestro objetivo no va a estar esta noche donde creemos ya que acaba de concertar una cita en otro sitio.
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Llevaba dos días haciendo preguntas discretamente por la ciudad colonial de Edén, en Marte. Como los otros asentamientos, consistía en una enorme construcción con materiales propios del planeta, cortesía de los generosos habitantes de la zona. Se trataba de una inmensa cúpula, similar al cristal,que englobaba a toda la ciudad. Gracias a losmiraclesen la ciudad se respiraba un aire limpio, el clima se controlaba al antojo y numerosas plantas adornaban las calles, llenas de árboles y setos. Las distintas ciudades se conectaban por unos túneles, similares a tubos, por donde circulaban los vehículos.
Finalmente, consiguió averiguar dónde iba a estar Nikta esa noche. Esperaba poder reconocerlo, a primera vista y para un ojo inexperto, los norumos parecían todos iguales. De aspecto humanoide, su piel era de color verde oscuro y algo escamosa. Eran por lo general bastante altos y con ojos rasgados y amarillos de pupila alargada. Les crecía pelo en la cabeza y por detrás podían confundirse fácilmente con un humano.
Embutida en un largo vestido color burdeos, con un cuchillo atado en la parte alta del muslo y una pequeña pistola en el bolso, se preparó para colarse en una importante fiesta. Una vez lista, se dirigió a un famoso club donde sabía que estaría un joven empresario que iba camino de convertirse en uno de los hombres más ricos de la ciudad.
Sentada en la barra tomando un cóctel, observó a ese tiburón de los negocios, demasiado joven, demasiado guapo y demasiado pagado de sí mismo.
Iba a ser muy fácil.
El individuo en cuestión reía con sus amigos y al levantar la cabeza se dio cuenta de que Day lo miraba desde la barra. Una sonrisa se dibujó en su rostro y se dirigió hacia ella.
- Hola nena dijo con un brillo en los ojos. ¿Puedo invitarte?- hizo una seña al camarero para que le rellenara la copa. Demasiado fácil.
Una vez dentro de la fiesta, como acompañante de ¨Richard Lowell¨, se dispuso a localizar su objetivo.
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- Aquí Alfa a Zeta. ¿Todos en sus puestos?
- Aquí Zeta, todo listo, esperando instrucciones.
Duke se paseaba por la enorme sala donde tenía lugar la gala benéfica, solo una excusa de los más adinerados para pavonearse y mostrar su poder adquisitivo. Pensó que sería una misión fácil y en principio era bastante sencilla, solo que al final todo se complicó un poco. Aproximadamente la mitad de los invitados eran norumos. Tendrían que tener paciencia.
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Day se separó de Richard con la excusa de ir al servicio. Estaba mareada de intentar identificar al norumo que buscaba. Iba a tener que intentarlo otro día, al fin y al cabo no podía acercarse uno por uno preguntando su identidad.
Estaba pidiendo una copa en la barra cuando se fijó en dos hombres altos que se dirigían con paso decidido hacia el fondo del salón. Tenían una expresión de increíble concentración que le llamó la atención.
Y entonces se desató el infierno.
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