Como cada mañana,Julio se despertaba cerca de las 9 siguiendo siempre el mismo ritual. Va al baño,se enjuaga la boca y se moja la cara para quitarse el resto de legañas de los ojos.
Vuelve a su habitación,se viste y se dirige al patio dónde desde hace ya 15 años está su perro,Pitu.
Un caniche mezclado con a saber dios qué,no más de 5 kg de peso y unos 70 cm de largo,pelo blanco y algo despeluzado debido a su edad.
Siempre está dormido,Julio deja que Pitu se despierte poco a poco a su ritmo. No puede evitar pensar cuando lo vé,dónde quedo aquel perro lleno de vida,imposible de pararlo cuando ladraba,rebosante de energía. La edad le empezaba a pasar factura,apenas veía con claridad provocando que muchas veces chocase contra la pared e incluso una vez cayó de muro de aprox. metro y medio de altura,por suerte,no le pasó nada.
Aquellas carreras constantes quedaron atrás dejando un ritmo totalmente pausado,llegando a tener que cogerlo en brazos por lástima al esfuerzo que estaba haciendo al andar.
¿Cuánto tiempo más le quedará?
Se preguntaba todos los días antes de pasearlo,seguido de una sensación de tristeza tan sólo con hacerse esa idea.
Pasaron los días y Pitu empeoraba.
Una mañana como otra cualquiera,Julio espera que Pitu despierte..pero no lo hace. Se acerca y lo mueve esperando que reaccione..pero no reacciona,había muerto. Julio se paraliza,sin quitarle la vista a Pitu,llora en silencio. Sabía que este día llegaría tarde o temprano,pero aquel pensamiento concebido no evitaba la tragedia.
Lo coge en brazos y coloca su oreja derecha en el pecho de Pitu,su corazón no late. Lo abraza y sus lágrimas empiezan a ser un rio de agua amarga.
Se iba algo más que un perro,era un amigo..su fiel amigo. Su mente se inunda de recuerdos,hasta llegaron a pasar un fin de año los dos juntos solos. Lo aprieta cada vez con más fuerza contra su pecho,como si aquello fuera a resucitarlo.
Julio sabiendo que ese momento llegaría algun día,había planeado donde lo enterraría.
Prepara una mochila,envuelve a Pitu con una toalla y lo mete con suavidad en ella.
Sale de su casa,justo en frente hay una montaña,comienza a subirla con el peso de su amigo a sus espalda. Echa a andar mientras sigue recordando grandes momentos que pasaron juntos. Se le escapa una leve sonrisa al rememorar aquellas veces que se caía en la piscina en el antiguo complejo donde antes vivía,porque corría detras de los niños que lo molestaba.
Julio se para,ha llegado al sitio elegido. Suelta la mochila y saca a Pitu. Tiene los ojos cerrados y la punta de la lengua fuera,ese gesto tan característico en él cuando se quedaba dormido. Lo acuesta en el suelo y empieza a excarvar con las manos aquel cruce de caminos designado para el descanso eterno de su fiel mascota.
El agujero era suficientemente grande,la despedida era inevitable. Abraza por última vez a su compañero de viaje en esta larga travesía que es la vida. Lo coloca con mimo en el hoyo quitándole antes el collar. Hecha el montón de tierra que tenía al lado y lo sepulta.
De roillas al lado de la tumba,dejaba allí algo mas que un amigo,dejaba una parte de él.
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