Entré en la casa. "¡Joder, que personajes!", pensé. Al entrar había una especie de cestillo donde se dejan las llaves en el que estaban los móviles de cada miembro de la familia. Supuse que los usarían sólo al salir. Mientras recorría el pasillo hasta la puerta del final intentaba ojear el interior de las habitaciones. Sin llamar la atención, asomándome por el hueco de las puertas entreabiertas. Todo estaba lleno de papeles, libros, bolígrafos tirados, dibujos... Nunca había visto algo igual.
Al entrar al salón mi sorpresa llegó al máximo. Un hombre sentado con auriculares estaba escribiendo (supuse que alguna historia) en un escritorio , el único mueble en el comedor si no tenemos en cuenta un par de estanterías sencillas llenas de carpetas. Me quedé mirando a aquel hombre un rato, de repenté advirtió mi presencia. Se quitó los auriculares y me dijo:
- Buenas noches, ¿necesitas algo?
- Venía a robar, pero prefiero que me enseñe algo de lo que escribe. -Le contesté.
- Puedes llevarte la tele.
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