LOS CUATRO AMIGOS Y LA OUIJA (FINAL)
Por jp lorente
Enviado el 27/04/2014, clasificado en Terror / miedo
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Pasaron los días y por fin Dani fue encontrado una mejoría lenta pero constante. La medicación consiguió que por fin conciliara el sueño y hasta las pesadillas fueron desapareciendo. Una noche ya no sintió la presencia en su habitación y la tristeza también le abandonó. Se levantó de la cama y asaltó la nevera, devorando todo lo que su estómago pudo almacenar.
Al día siguiente se levantó temprano y le dijo a sus padres que iría al instituto. No sabía si sus amigos habían vuelto a clase, ya que no se había puesto en contacto con ellos des de aquel fatídico día.
Cuando se miró al espejo mientras se aseaba, se asustó del rostro que se reflejaba en él. Tenía la cara blanquecina y los pómulos hundidos. Unas ojeras oscuras envolvían sus ojos.
En el instituto encontró a Paco y a Damián, los dos con un aspecto similar al suyo. Le dijeron que llevaban pocos días des de que habían reiniciado las clases. Los amigos apenas hablaron y no hicieron ninguna mención a la experiencia vivida. Todavía no estaban preparados. Santi continuaba sin aparecer.
Una mañana se reunieron los tres en el comedor del instituto y por fin sacaron el tema. Habían mejorado ostensiblemente su estado físico y mental.
-Creo que lo que nos ha pasado es pura y dura sugestión Dijo Dani Quiero pensar que lo que ocurrió fue fruto de una histeria colectiva. Alguno de nosotros empujó el vaso con tanta fuerza que lo envió al sofá. Es imposible que saliera volando solo.
-Sabes que eso no es cierto le contestó Paco- No nos hemos inventado nada. Tampoco me invento que alguien me seguía a todas partes. Me sentía observado hasta cuando me duchaba. En mi vida lo he pasado peor.
-Propongo que pasemos página. Comentó Damián - Tenemos que volver a la normalidad lo antes posible y no hablar más sobre esto. Hoy iremos a ver a Santi, si os parece bien. Es el único que todavía sigue atrapado
Cuando acabaron las clases los tres se dirigieron a la casa de Santi. Su madre les abrió la puerta.
-Hombre, ya era hora que aparecierais por aquí- dijo. Luego añadió mirando a Paco- Tu madre me llamó y me explicó lo que había pasado. Sé que la juventud os tomáis éste tipo de cosas a cachondeo, pero estáis viendo las consecuencias.
-¿Cómo está Santi? preguntó Dani.
-Mejor, muy bien, parece que el trabajo del psiquiatra ha dado su resultado. Ayer durmió profundamente y ya come casi con normalidad. Pasad a la habitación, está ahí escuchando música, otro síntoma de que está mucho mejor.
Cuando entraron en la habitación de Santi lo encontraron sentado en el escritorio con los cascos puestos y ojeando un cómic. Había adelgazado muchísimo y tenía unas profundas ojeras.
-¿Cómo va tío?
-¡Hóstias, pensaba que os habíais olvidado de mi! Sentaos, sentaos.
- Cuéntanos cómo te ha ido le dijo Paco.
Santi pareció masticar las palabras mientras miraba al suelo.
-Pues veréis. No me vais a creer, pero desde la misma noche que pasó aquello y hasta ayer mismo, tenia pegado a mi una sombra. La veía en todo momento, al lado de la cama, y me hablaba - Santi sacudió la cabeza como para deshacer la experiencia me decía que me llevaría con él. Cada día me sentía más débil y no tenia fuerzas ni para comer. Me han estado a punto de ingresar en un hospital. Ha sido terrorífico, como una pesadilla muy larga e interminable. Pensaba que me había vuelto loco.
Me da vergüenza decirlo, pero me ha estado tratando un psiquiatra que incluso me hizo sesiones de regresión y hipnosis o como se llamen. Me llenó de pastillas hasta el cogote y creo que todo lo que he visto y vivido eran alucinaciones. Estaba hasta el culo de drogas.
Ayer me sentí ligero, como si me hubiesen quitado un gran peso de encima. En vez de la sombra había una luz blanca y resplandeciente que me acarició la cabeza y me dio calor por dentro. Reíros, reíros
Los amigos no se rieron.
-A ver cuando te acabas de mejorar le dijo Dani estamos preparando otra fiesta en el piso de la abuela de Paco, esta vez con churris que vengan sin novios.
-Sí claro, y ésta vez nos compramos un tablero profesional de ouija para hacerlo mejor y invitamos al D-I-A-B-L-O al guateque, a ver si hacemos las paces con él. Eso sí, nada de pedos en su cara. ¡No te jode!.
Esta vez sí que rieron los cuatro amigos, pero se juraron que nunca más hablarían de lo que había pasado. Les quedaba toda una vida por delante.
Todo y eso, Dani pensó que sus almas habían quedado marcadas por una cicatriz oscura y maligna. Rezó para que jamás se reabriera. El destino les había dado otra oportunidad y tenían que aprovecharla. Cualquier mal acto que cometieran a partir de ese momento podría abrir la puerta para que el mal retornara. Lo tendría muy en cuenta en un futuro.
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