COCO LA RANA QUE BAILA

COCO LA RANA QUE BAILA

Las ranas por lo general croan debajo de los charcos y lagunas pero Coco había  nacido  especial hablaba pero no podía musitar el sonido que las caracterizaba, en cambio tenía el don de bailar; con cualquier melodía se balanceaba hasta levitar. Un día en el castillo Coco pensó que estaba sola, así que comenzó a bailar por todos los pasillos; abriendo y cerrando puertas; lo disfrutaba, de repente llego su madre

–     ¿Qué estás haciendo?

–     Ensayando mi voz.

–     ¡mentirosa  vi, como te movías!

–     ¡Mamá a mí me gusta!

–     Se acabó el juego. Ya sabes que nosotras no hacemos eso.

–     ¡Pero!

–     ¡No, te queda prohibido Coco!

Coco molesta se marchó sola  por el camino decidió ir a visitar a Grillón; el único amigo y mejor cómplice de sus travesuras, el cual le tenía una noticia que los metería en enredos.

–     Hola Coco te iba a llamar.

–     ¿Para qué?

–     Van a hacer un concurso de baile.

–     ¡De verdad!

–     Esta es tu oportunidad

–     Lo sé, pero mi madre-dijo Coco cabizbaja, sabía que su madre no se lo permitiría.

–     ¡Tranquila deja todo en mis manos!

–     ¡Serán patas y delanteras!

–     Bueno es que siempre lo quise decir.

Efectivamente Grillón se hiso cargo invento a la madre de Coco que estarían ensayando todo el día y parte de la noche, para  así lograr que Coco cantara,

La joven rana se presentó frente a toda la selva nunca había visto tanto animal junto y como eran sofisticados en su habita también habían personas,-wow! Sorprendente-murmuraban los expectantes, todos habían quedado deslumbrados y como era de esperarse ganó.

–     ¡Lo hicimos, vas a las olimpiadas!-gritaban Coco y Grillón dando brincos de felicidad, mientras su madre los observaba sin ellos darse cuenta de su presencia.

–     ¡Como practican chicos!

–     ¿y tú qué haces acá?

–     ¡Eso debería preguntar yo!-diciendo esto la madre tomo a Coco por una pata y lo saco a empujones del lugar.

Por varios días Coco estuvo encerrada en el castillo mirando las dalias y demás flores del jardín sin muchas esperanzas y como para variar no podía ver a Grillón; el al enterarse de todo lo sucedido tuvo una seria conversación con la mamá de Coco, allí le manifestó su disgusto por lo que había hecho, le dio todas la razones por las cuales debería la pobre rana continuar bailando y no seguir en esa extenuante practica de algo que no sabe hacer y no le gusta como es ‘’croar’’

–     ¿Me llamabas mamá?

–     Bien Coco ¿Dime por qué una rana debe bailar y no croar?

–     ¡Porque lo hago bien!-respondió Coco muy sorprendido de ver a Grillón  con su madre.

–     ¿Cómo sabes que lo haces bien?

El habiente estaba pesado Coco miraba a Grillón, no entendía el porqué de esas preguntas si a su madre nunca le importo lo que pensaba. Finalmente respondió:

–     Si no lo hiciera bien los demás no me admirarían como lo hicieron en la presentación.

–     ¡Eso se acaba! nunca habían visto a alguien pretendiendo ser lo que no es.

–     ¡No, mamá! Lo que se hace con el corazón, siempre se va a ver y sentir  muy bien-dijo Coco con sus ojos brillantes. Su madre se quedó muda de escucharla hablar con tanto entusiasmo, en verdad quería hacer eso. Ella sabía que no se perdonaría si se rompieran en mil pedazos los sueños de su pequeña hija, pero tampoco lo haría si por su culpa ella nunca intentará.

–     Tendremos que ir a las olimpiadas- al escuchar esas palabras tan anheladas Coco se lanzó a darle mimos a su madre

–     Y tú también Grillón.

–     Gracias su majestad   rana.

En cada presentación se convencía que eso era lo de Coco, se lo ratificaban los asistentes quedando boquiabiertos al ver bailar con tanta pasión y un poco de locura necesaria a Coco.