No quise escoger el camino que llevo pero, aún así, lo afronto con valentía. Las piedras del camino son como finas lanzas clavándose en mis dolorosos pies, haciéndome llagas. Cada vez que tropiezo, ensangrento mi cuerpo y rajo mi piel pero pienso que he tenido unos segundos de descansar.
Es algo complicado esto de seguir con la cabeza bien alta cuando todo lo que recibes son collejas. Pero, ¿qué importa? Siempre digo que esta vida nunca nos pone retos que no sepamos afrontar, y si esto me tocó a mi, será porque soy algo más fuerte que los demás.
Avanzar nunca ha sido una opción que iba de la mano con rendirse. Es un principio de vida, una norma que soy incapaz de incumplir.
Los problemas son simples problemas, y según como los tomes, harán más o menos mella.
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