La primera vez que vi a Francisco, Paco como le gustaba que le llamaran, fue hace 38 años. En ese momento, fruto de mi inocencia, no me di cuenta de lo importante que iba a ser ese hombre en mi vida.
Paco era un hombre rudo, siempre de aspecto inmaculado, con su traje perfectamente planchado y su corbata recta con un nudo inmaculado que engalanaba su esbelto cuello.
La vida le había dado muchos reveses, pero el siempre mantenía la cabeza erguida, el rosto alegre y una mirada desafiante, ante cualquier dificultad que pudiese presentársele
-Chaval- me dijo un día- mantén siempre la cabeza alta, podrás ser pobre y trabajar hasta que te duelan los huesos cada día, pero si mantienes el orgullo, jamás podrán doblegarte ni vencerte.
Paco adoraba a su mujer, una señora entrada en carnes, que todavía mantenía un brillo en la mirada capaz de enternecer a la más feroz de las fieras. Había sido una mujer muy hermosa. En las fotos de su juventud, marcadas con ese tono sepia que envuelve la nostalgia, se reflejaba una pícara jovencita de pelo rubio, y cintura de avispa, que haría avergonzarse a la propia Marylin de su aspecto.
-Sabes- me dijo un día bastante ebrio, después de tomarse unas cuantas copas de más, del whisky Chivas que tanto le gustaba- soy un hombre con suerte, he tenido a las dos mujeres más maravillosas de mundo, mi madre que siempre me dio su cariño y aguanto todas mis estupideces y mi señora, que es la mujer más excitante del mundo. Aún ahora a mis 69 cada vez que la veo no puedo contener ganas de poseerla una vez más. Yo he sido muy tarambana en mi juventud, no como tú tan recto y formal, a veces me dan ganas de partirte la cara de lo estúpido que puedes llegar a ser. He poseído a muchas mujeres y todos aquellos polvos, se quedaron en el olvido, la primera vez que estuve con ella. Te puedo asegurar que mi señora es una autentica fiera en la cama, capaz de hacer sonrojar al propio Marqués de Sade. No te deseo riquezas, ni poder, chaval, tan sólo que en tu vida puedas disfrutar de una mujer una mínima parte de lo que lo que yo he disfrutado con la mía. Por ella abandone las motos, mi gran pasión, las fiestas locas en las que tardaba una semana en volver a casa, deje el tabaco y me puse a trabajar como un burro de sol a sol. A cambio ella me ha dado los momentos de pasión más maravillosos de mi vida, una pequeña casa, a la que hemos podido llamar hogar y cuatro maravillosos hijos. No tengo mucho dinero, pero tengo algo que todos vosotros, pobres idiotas, buscareis como locos el resto de vuestra vida. Amor, pasión y sexo, mucho sexo y no veas como, ahora mismo la tiraría encima de esta mesa y me la follaría como un loco.
La última vez que le vi, fue en el hospital esperando pacientemente el beso de la parca que sentada tranquilamente a su lado, iba deshaciendo los hilos de la costura de la vida y enhebrando los segundos de la muerte. Un tumor cerebral lo había vencido en tan sólo quince días, pero seguía manteniendo la mirada firme y orgullosa
-Mira- dijo, en uno de esos momentos de lucidez que todos los moribundos parecen tener en sus últimos momentos, regalo que la muerte brinda para poder despedirse de los seres queridos- no me arrepiento de nada y quiero hacerte un regalo- se llevo la mano al dedo corazón de la mano izquierda y extrajo un pequeño anillo de oro, desgastado por el paso de los años- era de mi madre y ahora quiero que lo lleves tú.
Se fue esa misma noche, con la mano agarrada a su fiel compañera; siguiendo sus deseos fue incinerado y sus cenizas depositadas en la tumba de su madre.
Cuando nació mi primer hijo, le puse Francisco en su honor, es mi pequeña forma de homenajearle ahora que no está, y ese anillo sigue fijo en el dedo corazón de mi mano izquierda.
Se que allí donde esté, espera pacientemente para reunirse de nuevo con su libidinosa esposa; y aunque siempre quise lo mejor para él, deseo que ese día tarde todavía mucho en llegar.
Te echo de menos Papá
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