Luces sobre el mar (V)

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El teniente asiente y ordena que cerremos la puerta del despacho, quedando los tres delante de la mesa del despacho mientras el teniente nos examina a uno por uno con furia contenida. Supongo que está pensando en que ha sucedido algo en su guardia que le va a dar problemas delante de sus mandos. Seguramente va a “cortar cabezas”.

-¿Y bien? – Me dice con ira contenida.

-Monté el arma por que escuché ruidos detrás mío – Omito expresamente que fue Felipe el que causó los ruidos al abandonar su puesto de vigilancia. Eso le podía costar muy caro -  en el momento que estaba viendo unas luces extrañas en el cielo.

-¿Luces extrañas? – El teniente frunce el ceño y parece interesado – Prosiga, soldado.

Le explico con pelos y señales lo que he visto. Todavía lo tengo gravado en mi mente y lo repaso como si estuviese todavía en lo alto del acantilado.

-¿Usted vio lo mismo? – Le pregunta el teniente a Felipe cuando acabo mi relato.

-Sí mi teniente, exactamente lo mismo.

-Bien.

Espero una risa, un acceso de furia, algún gesto despectivo por parte del oficial de guardia, pero en vez de eso, echa hacia atrás su silla, se levanta y se dirige hacia una caja fuerte que hay en la pared, la abre con una combinación y de ella saca un cuaderno de tapas rígidas estampadas en un color negro y gris muy desgastadas. Debe de ser antiquísimo. Se lo lleva hasta la mesa y lo abre buscando páginas libres. Estaba repleto de anotaciones con diferentes trazos de letra. El cuaderno es muy grueso, debe de tener al menos mil páginas y el teniente encuentra una libre casi al final del mismo.

Comienza a escribir con normalidad. No parece sorprendido ni nervioso. De vez en cuando nos hace alguna pregunta, pero en general parece que la información que le he dado le vale para hacer su informe.

-¿El punto exacto dónde se sumergieron los objetos? – Pregunta sin levantar la mirada del cuaderno.

-Entre Tenerife yla Palma, a unos dos kilómetros de nuestra costa, de nuestra posición. – Le contesto.

Finaliza de escribir, cierra el cuaderno y lo vuelve a encerrar en la caja fuerte.

-Bien señores, ni que decir tiene que de esto ni una palabra a nadie – Nos dice con severidad.

-Sí, mi teniente – contestamos Felipe y yo.

-¿De acuerdo cabo? – pregunta el teniente al “Furri”, que permanecía con la boca abierta, flipando,  tras escuchar nuestra historia.

-Sí… mi teniente, a la orden mi teniente.

Muy bien, ya se pueden retirar.

Los tres abandonamos el despacho del teniente en silencio y nos dirigimos al patio de armas, bajo el porche del edificio del Cuerpo de guardia. Encendemos un cigarrillo y permanecemos en silencio.

-¿En serio habéis visto todo eso? – nos pregunta el “Furri”.

-Sí, te lo puedo jurar - Le contesto.

-Habéis visto el cuaderno de la caja fuerte – comenta Felipe – tiene que tener al menos cien años. Supongo que tiene que ser para anotar las novedades de la guardia.

-No – contesta el “Furri” – el libro de novedades del oficial de guardia está en un cajón del escritorio. Me da que ese cuaderno solamente lo utilizan para anotar éste tipo de casos. Lo tienen a buen recaudo, y por lo lleno que estaba tiene que ser muy común que escriban en él. El teniente ni pestañeó cuando le contasteis lo de las luces, tienen que estar súper acostumbrados.

Nos despedimos para formar en el patio de armas la guardia al completo. Son las seis de la mañana y nos tienen que hacer el relevo para finalizar nuestro servicio. Al lado nuestro forma el cuerpo de guardia entrante. Los cabos de guardia informan a sus respectivos oficiales, los entrantes y los salientes. Se hace la izada de bandera a toque de corneta y al finalizar el protocolo, rompemos filas y nos dirigimos a nuestros dormitorios.

Por la mañana voy a desayunar y empiezo mi jornada normal en la oficina dela PlanaMayor.Despacho con el subteniente que me informa que hay que montar la logística para la vuelta del batallón que estaba de maniobras, prevista para éste medio día.

A la hora de la comida, me dirijo al comedor y veo que está repleto de soldados haciendo cola en el mostrador del autoservicio con la bandeja en la mano.

Cuando tengo mi bandeja llena de comida echo un vistazo al comedor buscando un sitio para sentarme. Veo un grupo de fusileros de la quinta compañía ocupando una gran mesa alargada. Están muy morenos y algunos presentan pequeñas heridas en los brazos. Acaban de llegar de las maniobras. Me siento con ellos ya que conozco a la mayoría.

Me cuentan que han ganado los “Juegos de Guerra” contra la infantería de Tenerife, pero que están molidos de tanto andar, correr, saltar, tirarse al suelo y cargar con material pesado en sus mochilas.

Lo que me interesa de ésta Compañía es sacar información. Son ellos los que se ocupan generalmente de realizar las guardias.

-Anoche me tocó hacer la guardia en el puesto del acantilado – Les comento distraídamente.

-Un sitio solitario donde los haya – Comenta un soldado mientras mastica un trozo de carne.

-Vi unas luces extrañas en el cielo – Insisto como quien no quiere la cosa.

Ninguno pareció inmutarse lo más absoluto.

-¿Las luces? – Pregunta uno- ¿Esas que se acaban metiendo en el mar? No te preocupes, al final te acabas acostumbrando. Por lo que sé eso lleva pasando desde hace un montón de tiempo. No hay que darle más vueltas. Lo sabe todo el mundo e incluso hay una base científica con telescopios en el Roque de los Muchachos. Creo que saben mucho más de lo que dicen. La gente de la isla está hasta las narices de verlas y prácticamente las consideran como parte del paisaje. Tenemos orden de comunicarlo cuando avistamos esas luces y se lleva un seguimiento desde las altas esferas. No hay que darle más vueltas, no sacaríamos nada en claro.

Acabo de comer en silencio y me despido de mis compañeros.

Ya en mi camareta, me siento en la cama y abro la taquilla, en donde tengo colgadas fotografías de mi familia y amigos.

¡Menuda experiencia para contar! Lástima que no me creería nadie fuera de ésta isla. ¿Cómo es posible que un tema de ésta envergadura no trascienda a la prensa, o en el mundo científico? ¿No hay nadie que lo investigue y lo difunda?

Finalmente decido olvidarme del tema desde ahora y para siempre. No sacaré nada en claro. Tal vez algún día nos expliquen qué son esas luces, pero sospecho que cuando esos suceda nuestra civilización cambiará para siempre.

Bueno, me quedan dos meses para ir de permiso a mi casa, de momento es lo que más me importa.

 

 

 


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