A veces sentimos amor sin darnos cuenta.

El olor de su perfume, sus torneadas caderas, su pelo rizado, lo suave de su piel y sus ojos de miel acompañados de sus labios carnosos eran las características que describían a la mujer perfecta. Al menos, así lo era desde mi punto de vista y de cualquier mujeriego o machista. Simplemente era cosas superficiales que para mí no representa nada más que solo vanidad, su personalidad y su inteligencia van más alla de mis expectativas.

Sin idea, ni tampoco un por qué el destino conspiro para que coincidieramos en esta vida. Ella llega como la nueva compañera de clase, muy simpática de hecho y bastante cariñosa de lo común. Eran cosas que no encajaban conmigo, pero curiosamente me doy cuenta que ella es una de las pocas personas que soportaba mi tangente (todos siempre tenemos nuestro lado malhumorado) voluntariamente sin estar obligada a hacerlo y con todo eso trataba de sacar el lado bueno de mí convenciendome de dejar malas actitudes a un lado, las cuales arrastraba desde niñez por diversas razones que impactaron mi vida radicalmente. Era un detalle que otras personas no tenían para conmigo, pero con ella todo era distitnto, cosa de la cual yo empezé a tenerle mucho aprecio.

De por sí, ella tenía su novio y yo una persona bastante ocupada, la cual no me daba chance para fijarme en su vida personal, ni ella en la mía. Pero en los mometos que si así lo requirieran somos bastantes solidiarios. Eso se noto desde el principio cuando mostró preocupación al verme malhumorado, pero que en ese aquel entonces mi indiferencia y desconfianza impidió abrirle mi corazón, mis sentimientos a un desconocido. A pesar de no haber nada serio entre nosotros, hay una fuerte lazo de amistad que practicamente nos vuelve hermanos.

Sincereamente somos seres libres, naturales, espónteanos. Hacemos las cosas sin necesidad de decir tantas palabras, es más algo demostrativo, recíproco que efímero. No hay la necesidad de cambiar una amisatd por algo que no tienes certeza si vaya a funcionar.