Nuevo en el equipo de football (gay)

Por
Enviado el , clasificado en Adultos / eróticos
78365 visitas

Marcar como relato favorito

¿Cómo terminé en esta situación?, ¿en qué momento pasé de estar en el campo a estar dentro de los vestidores?, pero lo más importante, ¿desde cuándo he esperado este momento? Quizás toda mi vida, pero me he percatado hasta hoy.

Mis pensamientos están nadando por todos lados, pero solo estoy seguro de algo y es que he tenido el mejor orgasmo de toda mi vida. Ha sido tan bueno que no me importa estar tirado en el piso, no me importa tener mi semen embarrado sobre mi jersey ni su semen deslizándose sobre y dentro de mí. Aunque quisiera levantarme, no podría, mis piernas siguen temblado de la emoción.

-¿Y ahora qué?-Logró decir en voz alta.

Todo comenzó hace algún tiempo ya. Siempre estaba molesto con todos, la escuela me estresaba, no podía lograr que ninguna de mis relaciones durara. Era un completo caos. Mi hermano intentó ayudarme. Él estaba por terminar la universidad mientras yo acaba la preparatoria. Un día, saliendo de la escuela lo encontré fuera, en el estacionamiento.

-¿Y qué haces tú aquí?-pregunté.

-Vine por ti. Te quiero llevar a un lugar.-Dijo abriendo la puerta de su auto.

-¿Qué lugar?

-Es sorpresa.

Todo el camino fuimos hablando de banalidades. Tardé alrededor de 15 minutos identificar nuestro destino: su universidad. Nos estacionamos frente al campo de football.

-Ajá… ¿Qué hacemos aquí?

-Ven, te quiero presentar a alguien.-respondió bajando del coche.

Rodeó la cerca hasta llegar a una puerta metálica y entramos. Caminamos por la orilla del campo sin distraer a los jugadores y nos sentamos sobre las gradas sin decir nada. Cuando terminó la práctica, un joven no mayor de 27 años, con chamarra negra con un zorro dorado bordado en la espalda se dirigió a los jugadores, quienes estaban hincados en el campo. Después de 5 minutos, el equipo gritó: ¡3, 2, 1, ZORROS! Y eso fue todo. Los jugadores fueron por sus maletas y el joven de chamarra negra se reunió con nosotros.

-Así que quieres ser un zorro.

-¿Perdón?-dije desconcertado.

-¿Que si quieres formar parte del equipo?-sus ojos verdes eran penetrantes pero inspiraban confianza.

-Ehmm… ¿Sí?-todo estaba sucediendo muy rápido.

-Perfecto, nos falta un receptor. Me imagino que nunca has tenido una práctica formal, ¿o sí?

-No, la verdad es que nunca he jugado mucho football.

-¿Quieres cambiar eso?

-Por supuesto, ¿qué necesito?

-Ven mañana a las 5. Necesitarás esto.-Extendió un formulario que llené en un minuto y una lista de artículos deportivos.

-Compra lo que dice la lista, el casco, los shoulders y las protecciones te las daremos mañana antes de la práctica. Apenas estamos iniciando con el golpeo, así que no te perdiste de nada, más que el acondicionamiento físico.

Me dio la dirección donde podría ir a comprar los artículos, por suerte estaba a unas dos cuadras. Fui con mi hermano y mientras miraba los cascos en el aparador, me dijo:

-Yo te compraré lo que necesitas si prometes ser disciplinado y dar tu máximo.

-Por supuesto-dije. Estaba muy emocionado por comprar las cosas.

Entré y vaya fue mi sorpresa cuando me dieron el suspensorio. Parecía más lencería que ropa para entrenar pero no dije nada. Me lo puse en el pequeño vestidor y me sentí raro, sentía mi trasero libre, expuesto, aunque era muy cómodo, tanto que tuve una ligera erección cuando mi pene rozaba con la tela, la cual se amoldaba a su forma; sentía como se erguía dentro. Me vi en el espejo y me sentí bien, era distinto pero muy agradable. Cuando me puse las fundas blancas, que son esos pantalones que usan los jugadores de football, me sentí mejor. Eran talla Small, a pesar de medir casi 1.80 y de estar musculoso de abdomen y pierna, mi cadera y cintura seguían siendo muy delgadas. Al deslizarla por mi trasero sentí un estremecimiento, me gustaba como se sentía. Cuando terminé de ponerme las calcetas y el jersey, ya parecía un jugador autentico, a pesar del enorme bulto que se asomaba en mi entrepierna el cual empecé a tocar, hasta que mi hermano dijo:

-Oye, Chris, ten estos-Entro al vestidor y me dio unos guantes negro con blanco-, son de receptor.

Los tomé y sentí una sustancia extraña sobre las palmas, como lubricante pegajoso.

-¿Qué les cayó?

-Es para atrapar el balón mejor, torpe. Desvístete para pagar las cosas, rápido.

Salió del vestidor. Aquella sustancia levantó mi curiosidad aun más. Gracias a Dios, mi hermano no se percató de mi erección. Me puse el guante derecho y seguí estimulándome el pene sobre las fundas y el suspensorio. Tenía el corazón en la boca y sentía las punzadas en mi cabeza. Seguí y seguí, después desamarré las fundas y comencé a sobarme sobre el suspensorio ¡Oh, sí! Mmmmh… ¡Ah!..., trataba de mantener mis gemidos al mínimo, pero la sustancia de los guantes me hacía sentir tan rico. Por fin me bajé el suspensorio y empecé a subir y bajar mi pene con el guante puesto. ¡Dios! Se sentía delicioso. La piel de mi glande se adhería a la sustancia del guante el cual provocaba un calor hermoso que me hacía gemir cada vez más fuerte.

-¡Con un demonio, Chris, sal!

Mi erección bajó inmediatamente, el susto había sido inmenso, no tengo idea que hubiera pasado si me descubre mi hermano. Me desvestí rápido y observé que tanto el suspensorio como las fundas estaban machadas con pre-semen.

Al día siguiente la práctica había terminado, fue muy dura y terminé hecho polvo, así que me quedé en la banca 10 minutos recuperándome. Cuándo fui a las duchas ya no había nadie por suerte. Me bañe en 30 minutos, el calor del agua era delicioso, aquello me recordó a la noche anterior con mi suspensorio. Salí de bañarme y como no había nadie, me puse mis guantes, mis fundas y mi supensorio. Retomé lo del día anterior y esta vez quería terminar. Mi mano subía y bajaba con ferocidad, Aquí viene, ¡oh siiiiiiiiii!, derrame mi semen por los mosaicos del suelo y en mi guate. Sin pensarlo dos veces lo lamí, quería saborearlo, lo embarré por mi cara cuando lo escuché:

-¿Por qué eres tan gay?

Era el entrenador de la ofensa, pero mas joven, de mi edad. El mismo cabello rubio, la misma chamarra y los mismos ojos del mar. Tenía una sonrisa muy sexy y seductora que me derretía. Se acercó a mí y me dio una nalgada cariñosa.

-¿Quieres ser un zorro?

-Sí...-estaba atónito y paralizado de miedo. Todo mi cuerpo temblaba.

-Bueno-dijo mientras deslizaba su mano muy lento sobre las fundas tocando mi erección-, resulta que soy Rex, y mi hermano es entrenador de la ofensa-su mano se deslizó dentro de mi supensorio-yo podría... meterte en la lista, guapo-su mano paso a tocarme el miembro, aun con semen y a masturbarme-. Solo quiero una cosa.

-¡Ohhhh... lo que sea!-gemía como chica.

-Sé mi zorro.

El tono en que lo dijo fue más bien tierno y lindo. Lo miré durante un momento. Su mirada era la más hermosa que haya visto, llena de ternura. No tenía otra respuesta que besarlo en los labios, con su mano aun metida en mis fundas. Así que eso hice.

Continuará.


¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales

Denunciar relato

Comentarios

COMENTAR

(No se hará publico)
Seguridad:
Indica el resultado correcto

Por favor, se respetuoso con tus comentarios, no insultes ni agravies.

Buscador

ElevoPress - Servicio de mantenimiento WordPress Zapatos para bebés, niños y niñas con grandes descuentos

Síguenos en:

Facebook Twitter RSS feed