Me siento vacio, aquello que me corresponde lo adolezco, lo he perdido, me lo han negado; me conduzco como indigente, buscando, esperando sin encontrar e impaciente, trato de compensar, sustituir y no es lo mismo, no me agrada, me deprime, es mediocre. Tengo hambre de motivos, necesito saciar mi instinto de sobrevivir, salvar la necesidad u olvidarme como única solución. Estoy solo y todos están a mí alrededor.
Me resigno a vivir sedentario, no logre lo que aspire, ni lo uno ni lo otro, no me conformo, solo acepto mi circunstancia, de otra forma me desgasto aun mas.
El sol que me alumbra es débil, no logra acalorar mi cuerpo, el agua que bebo apenas me humedece los labios y el viento me sopla en dirección contraria, impidiéndome avanzar, el fuego me quema las entrañas y me obliga al infortunio.
No entiendo algunas actitudes, no comulgo con ciertos deciros y haceres, esta época no es la mía, busco resurgir y me fallan las fuerzas, pero lo sigo intentando aun con flaqueza.
Avanzo lento, sobrevivo con dificultad, mis objetivos se alejan, mi anatomía se deteriora, hay esfuerzo de pensamiento y poco razonamiento. Mis ojos están parpujos y mis oídos débiles.
Mis gustos se han reducido, hay limitaciones y carencias involuntarias, no hay corto, mediano ni largo plazo, mejor dicho ya no los habrá.
Me cuesta hacer que las cosas sucedan como antes, ahora tristemente espero que sucedan y no asimilo resultados insípidos.
Mis días tiene muchas horas, mis noches son angustiosamente insomnias, me agotan mis preocupaciones, la impotencia me degrada y mi abismo es cada vez más profundo.
Solo me acompañan algunos enseres, mis recuerdos gratos, mis logros tempranos, mi esperanza incólume, mi fe inquebrantable y mi Yo agradecido.
Hacia mi interior estoy satisfecho, he sido humano, altruista, incondicional, iniciador, creativo, negociador, mediador, pensador; pero no me es suficiente, lo exterior es el complemento, es el toque final, es lo esencial para la vida.
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