Odio ser el otro clavo

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Es estúpido, es egoísta y es utópico creer que un clavo saca a otro clavo. El clavo anterior se enterró tan profundamente que dejó una marca eterna, imborrable. La herida se infectó, ¿y qué me queda hacer? Amarte no es suficiente. Amarte más que a mí mismo… y aún así, nunca va a ser suficiente. Odio ser el otro clavo. Lo odio. Lo odio.

¿Pero cómo odiarte a ti? Tan galante, tan altivo, tan hermoso. Me despierto cada noche en mi ensueño, deseando verte, deseando acariciar tus labios con los míos. ¿Cómo odiar a una criatura tan perfecta? Me odio a mí mismo por no ser suficiente. Me odio por no poder hacerte sentir que la vida vale la pena. Dices que me amas también, pero tu cabeza es una tormenta eléctrica de pensamientos en la que apenas alumbra mi luz. Lo sé. Lo he temido siempre, pero ahora lo sé.

Te amo, y ya no sé como decírtelo, ya no sé qué hacer para que lo entiendas. El mundo es un lugar demasiado frío y cruel, ¿cómo esperar que sobreviva una flor tan bella como tú en un jardín tan contaminado y corrupto? Y siempre tiendo a alejarme de lo que me lastima, ¿pero tú? No puedo alejarme de ti. No podría siquiera pensarlo, a pesar de estarlo pensando justo ahora. No quiero sacar las manos del fuego. No quiero salir a tomar aire. Quiero hundirme en ti, consumirme en ti, ahogarme en el vacío de tu tormenta. Sólo eso quiero.

La habitación, teñida de un pálido tono de azul, se hace pequeña y se hace grande. Siento las lágrimas humedecer la tela de mis pantalones, que poco a poco se adhieren a mi piel. Tengo ganas de correr, pero las putas piernas se me han dormido. Es como si todos los puntos sensoriales de mi cuerpo se hubieran apagado para acentuar el ardor en mi pecho, y en la parte posterior de mi cabeza. ¿Puede un corazón ponerse en modo automático? Latir por latir, seguir por seguir… por miedo a lo que pase si se detiene.

¡Carajo! Yo sé que me amas. Lo tengo claro, y aún así… tengo claro que no soy suficiente. Que mereces que él regrese y te arrope en sus brazos antes de dormir. Alguien como yo, tan simple, tan patético, no merece tu magnificencia. ¿No? Mírate a ti, y mírame a mí. Y no hay nada que quisiera más que ser lo que tú necesitas… o al menos, quisiera tener un corazón impermeable, para que así nadie se aferrara ni dejara huella. La tuya es la más bella y dolorosa, pero que aún así jamás borraría. Eres lo mejor que me ha pasado, y yo… yo sólo he pasado.

Y ahora me atormenta la pregunta: ¿cuándo? ¿Cuándo te darás cuenta de todo lo que yo ya sé? ¿Cuánto tiempo hasta que él o alguien más llegue y te arrebate de mi lado? ¿Cuánto tiempo hasta que te des cuenta que no soy ―ni seré― suficiente para ti? El pensamiento me aterra, pero hasta entonces seguiré extendiendo nuestros días juntos y nuestros besos de despedida. Hasta entonces seguiré amándote con todo lo que me queda, que es todo a fin de cuentas.


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