Denunciar relato
Mi vida es simplemente anodina, comparable a las hiedras que se arrastran por las rocas en busca de un yo que sé. Tengo cuarenta años y dudo del sentido de mi vida en este mundo
. Tres relaciones desastrosas, una hijastra histérica y un creciente vacío imposible de llenar. El trabajo también contribuye a que ese vacío sea insuperable. Ocho horas diarias delante de un ordenador rellenando partes de accidentes. No tengo más que una amiga y la pobre está en silla de ruedas. El cuadro perfecto para que mis ojos admiren el paisaje desde la repisa de un edificio antes de cerrarlos definitivamente.
-¿Dónde estas ahora?-
-Sentado en un banco, frente a un parque infantil-
-¿Estas solo?-
-Sí, yo y mi vacío-
-¿Hay actividad en el parque?-
-Sí, hay varios niños y niñas.-
-¿Están solos?-
-No, hay varios adultos con ellos-
-¿Por qué no me describes la situación, en lo que llego?
-Bien, tengo tiempo: hay cuatro chicos y dos chicas. Dos de ellos deben ser hermanos, porque tan sólo hay cinco adultos. Un papá y cuatro mamás . Uno de los críos es de esos hiperactivos: en el tiempo que los demás recorren una vez cada modulo, él los anda tres o cuatro. Además, mientras pasa a su lado les golpea con el hombro, riéndose descaradamente, incordiando y frenando su recorrido. Una de las niñas es la peor parada, a la que tira de sus coletas cada vez que puede. ¡Menuda galleta le daría yo!, ¡de tranquimazines!-
-¿Y los padres qué hacen?-
-Ah ellas hablando de sus cosas, y él embobado contemplando las alegres bajadas, por el tobogán, de su cría-
-¿puedes oír lo que dicen?-
-Sí, pero no me interesa, no quiero agrandar más el hueco de mi vacío escuchándolas poner verdes a sus parejas-
-Bueno, vale.. ¿Hay alguien más en el parque?-
-Sí, ahora están llegando otro padre con su hijo a rastras. El crío se resiste y él . Eh, creo que lo conozco. Esa barba pelirroja es imposible de olvidar, y
-¿Quién es?-
-Es es mi padre, y e ese ese soy yo-
-Sigue contándome lo que vez-
-Pero.. yo yo no quiero subir y él me obliga. Las madres han parado de hablar y se ponen en pie. Me alza en brazos y me deja en lo alto del tobogán. El crío hiperactivo me golpea cada vez que pasa a mi lado. Estoy cabreado con ambos y me agarro con fuerza a la barandilla para no caerme. También golpea a a María. ¡es mi amiga María! mi única amiga.-
-Continúa hablando-
-el cabroncete sigue golpeándonos una y otra vez, no se cansa, sigue y sigue. María me pide ayuda con la mano, quiere ponerse en pie antes de que la empuje fuerte por el tobogán una vez más. Mi padre insiste en que yo me lance, gritando desde el pie de la rampa. Le ofrezco una mano a María, mientras aprieto la otra, todo lo fuerte que puedo, contra la barandilla. Ese cabrón viene de nuevo a por nosotros. ¡Esta vez no pasará!. María abre los ojos como platos, viéndolo acercarse de nuevo con esa cara de psicópata que tiene, y aferra mi mano con sus dos manitas, casi está en pie. Ya llega, no pasará. Esta vez no. Estoy preparado, harto de sus empujones, de los gritos de mi padre, de la cara de susto de María.-
-cinco, cuatro .-
-No, ¡espera!, ¡espera!-
-Tres -
-Ya, ya para poder frenarlo tengo que soltarme de la barandilla, ya está aquí. Intento atraparlo por el cuello, pero el brío de su híper violenta forma de jugar nos empuja a ambos. María me suelta, sus pequeñas manos no han podido resistir el golpe . Y cae ..y cae, al vacío y se golpea en el borde del tobogán. Mi padre no llega a tiempo de atraparla. No se mueve, no se mueve.-
-dos . Ya llego ya llego uno abre los ojos-
-Hola María . lo siento, lo siento mucho-
-¿Dónde estas ahora?-
-Sentado en un banco, frente a un parque infantil-
-¿Estas solo?-
-Sí, yo y mi vacío-
-¿Hay actividad en el parque?-
-Sí, hay varios niños y niñas.-
-¿Están solos?-
-No, hay varios adultos con ellos-
-¿Por qué no me describes la situación, en lo que llego?
-Bien, tengo tiempo: hay cuatro chicos y dos chicas. Dos de ellos deben ser hermanos, porque tan sólo hay cinco adultos. Un papá y cuatro mamás . Uno de los críos es de esos hiperactivos: en el tiempo que los demás recorren una vez cada modulo, él los anda tres o cuatro. Además, mientras pasa a su lado les golpea con el hombro, riéndose descaradamente, incordiando y frenando su recorrido. Una de las niñas es la peor parada, a la que tira de sus coletas cada vez que puede. ¡Menuda galleta le daría yo!, ¡de tranquimazines!-
-¿Y los padres qué hacen?-
-Ah ellas hablando de sus cosas, y él embobado contemplando las alegres bajadas, por el tobogán, de su cría-
-¿puedes oír lo que dicen?-
-Sí, pero no me interesa, no quiero agrandar más el hueco de mi vacío escuchándolas poner verdes a sus parejas-
-Bueno, vale.. ¿Hay alguien más en el parque?-
-Sí, ahora están llegando otro padre con su hijo a rastras. El crío se resiste y él . Eh, creo que lo conozco. Esa barba pelirroja es imposible de olvidar, y
-¿Quién es?-
-Es es mi padre, y e ese ese soy yo-
-Sigue contándome lo que vez-
-Pero.. yo yo no quiero subir y él me obliga. Las madres han parado de hablar y se ponen en pie. Me alza en brazos y me deja en lo alto del tobogán. El crío hiperactivo me golpea cada vez que pasa a mi lado. Estoy cabreado con ambos y me agarro con fuerza a la barandilla para no caerme. También golpea a a María. ¡es mi amiga María! mi única amiga.-
-Continúa hablando-
-el cabroncete sigue golpeándonos una y otra vez, no se cansa, sigue y sigue. María me pide ayuda con la mano, quiere ponerse en pie antes de que la empuje fuerte por el tobogán una vez más. Mi padre insiste en que yo me lance, gritando desde el pie de la rampa. Le ofrezco una mano a María, mientras aprieto la otra, todo lo fuerte que puedo, contra la barandilla. Ese cabrón viene de nuevo a por nosotros. ¡Esta vez no pasará!. María abre los ojos como platos, viéndolo acercarse de nuevo con esa cara de psicópata que tiene, y aferra mi mano con sus dos manitas, casi está en pie. Ya llega, no pasará. Esta vez no. Estoy preparado, harto de sus empujones, de los gritos de mi padre, de la cara de susto de María.-
-cinco, cuatro .-
-No, ¡espera!, ¡espera!-
-Tres -
-Ya, ya para poder frenarlo tengo que soltarme de la barandilla, ya está aquí. Intento atraparlo por el cuello, pero el brío de su híper violenta forma de jugar nos empuja a ambos. María me suelta, sus pequeñas manos no han podido resistir el golpe . Y cae ..y cae, al vacío y se golpea en el borde del tobogán. Mi padre no llega a tiempo de atraparla. No se mueve, no se mueve.-
-dos . Ya llego ya llego uno abre los ojos-
-Hola María . lo siento, lo siento mucho-
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