Estaba de visita en una casa ajena, y en el baño había un pequeño espejito, debo destacar que siempre me ha gustado observarme y ver lo que mi cuerpo me proporciona. Empecé a desnudarme poco a poco, al principio lentamente, porque observaba cada pequeño detalle, después empecé a sentir un ardor dentro de mi que me hizo desnudarme más rápido que cuando me meto a la ducha. Cuando estuve completamente desnuda alguien llamó a la puerta. Sabía que la casa estaba completamente sola aparte de mi amigo y yo, así que abrí la puerta y lo deje pasar.
Recuerdo su mirada, era jadeante, y noté como un bulto empezaba a crecer debajo de su cremallera. Sin decir nada entró y cerró la puerta.
Sin pensarlo mucho me abalancé sobre él, y él hizo lo mismo, con las manos empezó a recorrer mi cuerpo desnudo. Los dos sabíamos que iba a suceder, y lo dejamos ser.
Yo le quitaba la respiración con cada beso que le daba, me encantaba jugar con su lengua que era tan deliciosa mientras yo sentía como mis pezones se endurecían con su contacto. No aguanté más y le empecé a quitar la camisa, botón por botón y yo notaba como me empezaba a poner húmeda, ya lo quería dentro de mi, ya no aguantaba.
Se sentó en la tapa del baño y me monté como experta, cuando entró en mí, solté un gemido, él con sus ávidas manos masajeaba mis nalgas mientras que con su boca besaba, chupaba y mordía cada uno de mis pezones, porque debo aclarar que no se conformaba con uno. Con mis manos le revolvía el cabello.
Me empujó contra una pared del baño y empezó a besarme el sexo. Su lengua estaba tan caliente que yo gritaba y pedía más. Su lengua y mi clítoris estaban hechos para estar juntos.
Entre susurros me dijo "quiero mamarte hasta que quedes adolorida".
Yo ya no podía pensar en nada más que sentirlo a él. Despacio abrió la puerta y me condujo a su recamara donde me hizo suya hasta que me sentí como una puta indomable...
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