ENTRE SÁBANAS

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Allí estaba Susana, recostada en la cama con su monitor de gym, en esos precisos instantes que suelen seguir al acto amatorio, abrazados y dándose de cariñitos, en los últimos besos de su primera vez, "te amo Juan", "yo más mi reina", "me has hecho muy feliz amorcito", "y tú a mí linda, eres una mujer espectacular", y así, mirándose a los ojos; luego ella apoyando la cabeza en su lozano pecho, queriéndolo, sintiéndolo.

Así como estaba, oyéndole los latidos del corazón, con los dedos jugueteando, linda ella, por sus coquitos, su cintura, su ombligo, se le ocurre por preguntarle algo y, deseosa de saber qué respondería su amado a ello, voltea, lo mira y, muy tierna, se lo plantea:

"Amor, si a tu paso por un sendero te vieras frente a una encrucijada que te muestra tres caminos diferentes a seguir, una hacia el dinero, otra hacia la suerte y un tercero hacia el amor, ¿en cuál de ellos te aventurarías, y por qué?

A Juan le causó gracia la naturaleza de la pregunta, si no la conociera, tan linda ella como ocurrente, hasta se hubiera sorprendido. "Mmm, a ver, a ver, je, je, veamos", como que se había tomado en serio el asunto, y después de un breve cavilar un nuevo semblante risueño presagió que ya había dado con una respuesta: "Mira linda, si los destinos que me deparan los caminos son excluyentes entre sí, o sea, suerte sin dinero ni amor, dinero sin suerte ni amor, y amor sin suerte ni dinero, descartaría de primer plano el camino de la suerte, porque suerte sin dinero sería como ligarse al hembrón del gimnasio (ella) y no tener con qué pagar el 'telo' ---"oye" y le da su palmadita resondrona, "jaja" él se ríe, pero ambos saben que se quieren, y él prosigue---, luego haría lo mismo con el camino del dinero, porque dinero sin suerte sería como comprarse un Ferrari y que se te queme el motor ---"jaja" linda ella---, entonces no me quedaría otra que elegir el camino del amor".

Ella lo queda mirando como esperando algo más, él se percata y, dando un último esfuerzo, corona a tiempo su discurso: "Porque amor aunque sin suerte ni dinero siempre seguirá siendo amor, I love you linda", le sonríe todo un ganador y la besa con frenesí, juntando los tres caminos en uno solo y perdiéndose en él, porque bien sabe que el destino le ha deparado las tres cosas. Ella muy satisfecha con la respuesta y más enamorada que nunca, hace algo más que corresponderle el beso: lo abraza con ardor, le cruza la piernecita y, ¡zas!, lo acabalga, todo de un solo movimiento, propio de los arrebatos del deseo, linda ella como dominadora; y conscientes de que disponen de otro ratito más en aquel 'telo', se abandonan al placer de sus cuerpos entrelazados en un nuevo acto amatorio que promete no ser el último ni el penúltimo, sino el segundo eslabón de una larga cadena cuya longitud lo determinará el porvenir, y será cuando dejen de amarse. ¡Dios no lo quiera!


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