Así como la calumnia es la vergüenza de la palabra, la gratitud es la satisfacción del sentir humano.
Todos los días el joven empresario salía de la oficina para desayunar. Sus compañeros caminaban junto a él, observando lo bien que le caía el caro traje. Su éxito arrasaba sin fronteras aniquilando cualquier posible competencia.
Gracias a una audacia sin precedentes ni escrúpulos, trepó por los cargos de la empresa hasta chocar con la cúspide, donde se supo mantener sin ninguna dificultad. Los lujos y caprichos eran parte de su rutina diaria. Tan solo Un extraño hábito que jamás se saltó:
Siempre se detenía frente a un andrajoso mendigo. A pesar de su mal olor y repugnante aspecto, charlaba con el unos minutos y le ofrecía una sustanciosa limosna en la despedida.
Uno de sus acompañantes no pudo más con la curiosidad preguntándole:
- ¿Por qué le das tanto dinero a ese mendigo? ¿Tranquilizas tu conciencia?
- Ese desgraciado es mi padre. Contestó sin dejar dudas.- Me abandonó no queriendo saber nada de mí.
- ¿Y lo recompensas por ello? Se asombró.
Él, sonrió frotando su manga de seda:
- De alguna manera se lo he de agradecer... ¿No?
Lastima que, hasta la gratitud, en ocasiones es un acto de egoísmo.
Jesús Cano
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