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Había quien se dedicaba a vender la moto y cargar el muerto sobre quien podía. Y luego siempre se lavaba las manos y se sentía así muy listo y liberado. Y muy libre de cargas. A lo que po cierto se había de dicado, a hacer, durante toda la vida. Y cuando no hacía residir todo el trabajo sobre quien podía y luego iba a agenciarse los méritos y premios. Y cuando no, se dedicaba a armar faenas y luego aparecían cómo si la cosa no fuera con él a contemplar los espectáculos que ellos mismos generaban, lo que les hacía sentirse muy grandiosos y dichosos.
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