¿Qué puede dar la envidia?
Por todo el feudo era conocida la sabiduría de Jacob. La muchedumbre se amontonaba ante la puerta de su modesta casa para ser aconsejados.
Su vecino jamás le dirigió la palabra, odiaba y maldecía su éxito hasta el deseo de verlo muerto. Lo insultaba y calumniaba intentando mellar la confianza del pueblo... Siempre sin conseguirlo.
Dado que era comerciante, unas preciadas telas cayeron en sus manos, por las que se interesó el señor del feudo.
Con el temido noble no desaprovechó oportunidad hablándole de Jacob. De cómo presumía de ser el más inteligente, de su prepotencia y su indecencia sintiéndose dios.
El amo, presa de ira, mandó recado al prepotente Jacob:
Mañana a primera hora te presentarás en el castillo. Frente a los nobles demostrarás tus habilidades. Dada tu gran inteligencia, dominaras artes de alquimia. Cambiarás una materia, de una cosa a otra o serás sentenciado a muerte
Así se presento frente a su señor; con un pequeño cofre de madera. Alzó su voz:
- ¡Si me lo permitís, prefiero hacer desaparecer frete a vuestros ojos lo que aquí guardo!
El noble, incrédulo asintió mientras los presentes rompían en carcajadas.
- En este cofre hay un secreto Afirmo Jacob.- ¿Alguien puede negarlo?
Todos callaron prestando atención.
- Pues aseguro que al abrirlo, el secreto desaparecerá como tal. ¡Dejara de serlo!
El señor feudal rió con ganas. Tanto le gustó la artimaña del aldeano, que lo contrató como consejero. Y siguiendo sus sabios consejos expropió las tierras al antiguo vecino. Le duplicó los impuestos y le arrebató toda posesión hasta exiliarlo del feudo.
Porque no hay que olvidar, que Jacob, siempre lo envidió.
La envidia, en ocasiones, es pura Inspiración.
Jesús Cano
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