¡Viva España! Primera Parte

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Se levantó de la cama de un salto. La tercera vez que se dormía esa semana. Su trabajo estaba pendiente de un hilo. Intentó apurarse para vestirse pero lo empeoraba aun más. Cuando por fín lo consiguió salió como un rayo dando un buen portazo. No le dió tiempo ni a lavarse los dientes.

Llegó al curro a las 8:37, es decir, 37 minutos tarde; sudando y muerto de hambre. No le dió tiempo a desayunar aunque de todas formas su nevera estaba vacía. Tuvo que elegir la semana anterior entre el alquiler y la comida. La respuesta era obvia.

En esta ocasión el encargado, un hombre de mediana edad que le llamaban “el Culebra”, no le dijó nada. Sólo le miró fijamente durante unos segundos muy serio. Después miró al suelo y nego con la cabeza. Fue justo ahí cuando se dió cuenta que el día iba a acabar fatal. En los últimos dos trabajos había pasado, más o menos, lo mismo.

Intentó no preocuparse mucho por el gesto del encargado y continuó trabajando. Hizo las tapas, puso el tapero a calentar, adecentó la barra y el comedor; y empezó a llegar la gente como cada sábado. Atendió con la agilidad de siempre. Por eso estaba tan delgado. Era muy rápido y siempre estaba pendiente de todo. Es una pena que en España no se tenga en cuenta eso. Cuanto más vago eres, más maleducado, más gañán y más mentiroso; más probabilidades tienes de tener un buen trabajo o de ocupar altos cargos en determinadas empresas o en cualquier ministerio. Incluso puedes ser presidente del Gobierno o Rey.

Los fines de semana había mucho turismo internacional ya que el negocio se encontraba en un paraíso natural muy visitado. Por esta razón se le acumulaba el trabajo ya que era el único linceciado en inglés y tenía que ser él el que atendiera a esos turistas. A veces eso le rabiaba aunque aprovechaba para practicar el idioma y conocer gente de otros lugares. Con ese trabajo y ese sueldo nunca iba a salir de España.

Continuó con su día como si nada hubiera ocurrido. Incluso, comentó con los asiduos los posibles resultados del partido de fútbol del día siguiente a pesar de que, por principios, él no lo soportaba.

En la barra una pareja, de aspecto humilde, con dos niñas pequeñas esperaban para comer. Había mucho lio en el restaurante y él notó que la familia tenía prisa. La mujer tenía los ojos llorosos y estaba algo nerviosa. Él se acercó y les ofreció un aperitivo mientras esperaban.

Cuando hubo un hueco en el restaurante, quisó colar a la familia y le pidió al encargado que le ayudara. No era un buen día para pedir favores pero, después de que este vió la cara de la madre, accedió. El Culebra le pidió que atendiera él la mesa ya que en la barra quedaban pocos clientes, sólo los que esperaban para comer y ya estaban atendidos con aperitivos.

Eran más de las 3 de la tarde y aun comenzaba a comandar la mesa. Les cantó el menú y también les ofreció carta. Eligieron el menú. El hombre pidio lentejas de primero y tilapia rebozada de segundo al igual que la madre aunque esta de primero quisó menestra. Las niñas solo querían un plato, lomo con muchas patatas fritas. Sólo pidieron agua de beber.

Les acomodó el pan y el agua. A los pocos minutos salieron los primeros y se los sirvió. También les avisó que los platos de la niñas tardarían un poco más por las patatas fritas.

Pasarón unos 20 minutos y se acercó a ver si podía sacar los segundos. Cuando llegó a la mesa la madre no había probado bocado. Él la preguntó que si estaba todo bien o si quería que le cambiaran el plato. Ella contestó que estaba todo correcto y rompió a llorar. El hombre le pidió que se llevara los platos y que trajera los segundos. Asi lo hizo. Inmediatamente retiro los dos platos sucios y, con ayuda del Culebra, llevaron los cuatro segundos. La mujer seguía llorando desconsolada.

Estaban muy intrigados mirando desde la puerta de la cocina mientras compartían con sus compañeros lo que había ocurrido. La ayudante de cocina quiso asomarse para ver a la familia y, por supuesto, a la mujer que lloraba. No pudo creerlo cuando la vió. La reconoció al instante y comenzó a contarles la historia a sus compañeros.


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