Tuvieron su primer encuentro en el Anatómico Forense de Madrid.
Ella una forense en prácticas, hacia su correspondiente autopsia.
Una noche de Enero fría y lluviosa.
Clara siempre había sentido una irresistible atracción por la muerte
y las fuerzas ocultas, ella veía en cada cadáver que estudiaba,
mucho más que un simple cuerpo sin vida.
Por eso aquel día quedó fuertemente impresionada por aquel
precipitado, así llamaban a los suicidas.
Su cuerpo roto y aquel rostro pintado como si fuera una
muñeca vestida de aquella forma tan peculiar.
Sobre todo aquella mirada....
Por un momento le pareció que movía los ojos pero
enseguida desistió de aquel pensamiento.
¡¡Còmo iba a estar viva!!
Mas cuando comenzò abrir aquel cráneo una mano agarró la suya.
Aquella garra era la propia muerte, que escapó por un momento.
De aquel cuerpo sin apenas vida.
Los ojos de aquella precipitada se clavaron en los suyos.
Y solo musitó... :
¡¡ Por favor ayùdame !!
Desde aquel día Clara no duerme bien le cuesta conciliar
el sueño, su rostro sufre la fatiga y el cansancio.
Y las sombras que bordean sus ojos cada vez mas marcadas
y profundas hacen que se mire al espejo.
Y cuando hace esto se queda ensimismada.
Y siente como su mirada se pierde dentro de
su propia imagen ve otro rostro otra cara.
Ella se mira en los espejos ve aquellos ojos
pero no son los suyos.
Poco a poco los espejos van formando
parte de su obsesión
Hasta que empezó a ver la angustia de aquellos
ojos los de la precipitada, los veía por todas partes.
Y en su mente oía, una y otra vez, aquella frase:
¡¡Por favor ayùdame!!
Clara quería volver a su vida normal.
No sabia cómo quitarse aquella obsesión.
Comenzò a interesarse por la vida de la muerta
Y a indagar sobre los días previos a su muerte.
Fue cuando conoció a Fabian el novio de la fallecida.
Lo conoció una tarde donde ya empezaba a oscurecer.
buscaba una casa de alquiler.
Esa fue la excusa que le pareció mas creíble.
Fabian era un tipo raro y pintoresco vestía con
ropa de época, la cara pintada y su piel parecía
maquillada y de un color mortecino.
Parecía un cadáver andante sus dientes eran
raros amarillentos y relucían en la oscuridad.
Como el fósforo de los huesos en la morguen.
Clara comenzò a vivir en la misma casa
donde ocurrió la tragedia, como compañera
de piso, con aquel tipo tan raro.
Fabian era un tipo enigmático nunca sabia donde andaba
aparecía y desaparecía cuando menos lo esperaba.
Nunca lo veía de día, siempre por la noche y siempre
entre las sombras como un espectro ò aparición.
Parecía salir de las tinieblas, del lado oscuro de cada
rincón de aquella casa.
Algo que observó Clara es que aquella vivienda
no tenia espejos, Fabian decía que los espejos
te roban el alma.
Pero Clara quería tener un espejo necesitaba
ver aquellos ojos que la tenían en vela.
Necesitaba conocer la verdad necesita descansar
poder dormir volver a recuperar su vida.
Clara compró un espejo enorme y para desembalarlo.
Apoyó la espalda del mismo sobre los barrotes de la
terraza.
La noche era cerrada y el farolillo de una esquina
emitía una débil luz casi era mas penumbra apenas
se vislumbraba
aquella superficie pulida mas parecía una puerta
hacia otra dimensión.
Cuando hizo su aparición Fabian que no supo ver
en la oscuridad de aquella noche cerrada.
Que era lo que tenia frente a él.
Aquel espejo comenzò a tener vida propia.
Clara empezó a oír aquellas
palabras en su mente, esta vez fue diferente.
Aquellos ojos fueron transformándose
en un cuerpo y en un rostro.
Clara grito aterrorizada y una fuerza
irresistible la arrastró hacia aquel
espejo.
El cuerpo de aquel fantasma se unió
al de Clara cuando esta atravesó el espejo.
cayendo su cuerpo al vacío rompiéndose
sobre el duro asfalto.
Mientras su alma quedaba atrapada en él.
Fabian alargó la mano a su nueva
huésped, el cuerpo de su difunta amada
volvía a la vida, de nuevo volverían
a estar juntos.
Ambos no tenían alma, no les hacia
falta solo buscaban cuerpos donde poder
hacer realidad sus mas oscuros deseos.
Tenían que jugar con la muerte enloquecer
entrar en la mente de gente influenciable.
Como Clara como aquella precipitada.
Ambas victimas de Fabian, y de su juego
de sombras donde siempre se escondía
y vigilaba a su presa.
Fabian las convertía en sus siervas les daba
y les quitaba la vida, solo quería su cuerpo.
No necesitaba su alma.
Hasta que las devolvia a la vida.
Pero entonces sólo regresaba su cuerpo, su alma
quedaba atrapada en los reflejos de la luz.
En aquellas superficies llamadas espejos..
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