Denunciar relato
Su mujer callaba por miedo a enfriar su entusiasmo, pero él, taciturno, continuaba su discurso:- Ojalá los dioses nos bendigan y sea varón. Se llamará Arturo, y cabalgará un corcel níveo, símbolo de nuestra estirpe. Agradezco a Dios aunque fuera hembra, uniéndola a los Pelayo expandiremos el feudo hacia el norte.Sólo había sido un retraso. La esposa, muda de pánico, mostraba las enaguas manchadas de rojo. Pero el conde, azarado en su alegría, no se percataba de la mala noticia, ya que alzaba la vista hacia el cielo para dar las gracias al Señor por la criatura.
https://www.facebook.com/eduardolumbo
Comentarios
COMENTAR
¿Te ha gustado?. Compártelo en las redes sociales