LA MUERTA
LA MUERTA. Con mayúsculas y subrayado. Qué raro no recordaba haber escrito esas palabras en mi libreta de notas. A parte de que no era mi costumbre hacerlo con mayúsculas, y mucho menos subrayar, solía agregar algo más. En este caso eran solo esas dos palabras. No tenía la menor idea del porqué, cuándo y cómo, pero era mi letra y mi anotador. Las había escrito recientemente, al final de una página en la que había referencias que recordaba, algunas tachadas como cumplidas, a vuelta de página un par de cosas que había escrito dos día atrás, viajando hacia Rosario y nada más . Qué raro
me seguí repitiendo, evidentemente, de acuerdo a la forma en que estaba resaltado, fue un recordatorio importante. Quise borrar los interrogantes que me estaban obsesionando. Como otras veces, recurrí a un sistema que siempre me daba resultado, canturrear una canción. Tangos por supuesto, esos que se habían incorporado a mi memoria sin mi intención de hacerlo. La memoria tiene intersticios por donde se cuela la identidad. En este barrio, que es reliquia del pasado
la muerta. ¿Para qué mierda había abierto esa puta libreta?...
Generalmente lo hacía cuando me disponía a escribir o cuando se me ocurría alguna idea para hacerlo, y estaba camino a casa con la mente en blanco. Mejor dicho, en negro, ocupada con la muerta.
Bajé del micro, tome el bondi, camine tres cuadras, La muerta, la muerta, la muerta
Llegué a mi casa, abrí la puerta, un olor nauseabundo me despejó la mente. Qué boludo, me había olvidado de enterrar a mi mujer!...
neco perata
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