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Tras aquellas paredes de humo, se escondía una mujer herida, herida de muerte. Aquel hombre había asesinado su inocencia, su intimidad. Invadió sus carnes, todavía prietas por su lozanía, lo hizo sin remordimientos, sin consideración.
Ella nunca volverá a sentir deseo, o atracción por alguien, porque Aquel hombre ha violado su cuerpo y destruido su mente y su alma.
Acurrucada, abrazándose a si misma, con la mirada vidriosa y perdida en un horizonte inconcluso. Así la encontré, escondida tras aquellas paredes de humo.
Ella nunca volverá a sentir deseo, o atracción por alguien, porque Aquel hombre ha violado su cuerpo y destruido su mente y su alma.
Acurrucada, abrazándose a si misma, con la mirada vidriosa y perdida en un horizonte inconcluso. Así la encontré, escondida tras aquellas paredes de humo.
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