Uno es a un millón

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De nuevo amaneces. Otro despertar. Te estiras y miras unos breves segundos por la ventana. Hoy el día esta despejado. Es bonito. Se acerca el verano.

Desayunas. Café recién hecho y un pharmaton complex. Ordenas la habitación. Te duchas y te vistes. A trabajar como cada día.

Vas caminando porque tienes suerte de vivir cerca y saludas a todas las personas que te cruzas. Sube la temperatura y agradeces el sol en la cara.

Ya estas trabajando y durante unos minutos te quedas bloqueado. Piensas en la rutina. Tienes la sensación de haber vivido ese momento, más o menos, un millón de veces. Un ruido te devuelve a la realidad y miras a tu alrededor. Es una pesadilla. Estas reviviendo un mismo momento.

Pasan las horas y sales a comer. Disfrutas de la comida en la terraza. El sol sigue ahí. Es buena compañía. Tomas otro café. Te lavas los dientes y vuelves al trabajo.

Vuelves a tener las mismas sensaciones que en la mañana asi que decides adelantar todo el trabajo posible para estar ocupado hasta que, por fín, acaba el día.

Sales y vuelves paseando. Ves el atardecer y das las “buenas tardes” a todas las personas que pasan. Te cruzas con una amiga. Te dice: “¿Qué tal tu día? ¿Ya acabaste? ¿Vamos a dar un paseo?

Sales de la rutina. ¡Por fín! Paseas, saltas, corres, gritas, ries, bailas, gozas, cantas...todo lo que imaginas y en la mejor compañía. Merece la pena la proporción “uno es a un millón...lo mejor del mundo”.


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