Garrapatas En La Acera 1: La Noche De Las Bestias (4ª Parte)

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GARRAPATAS EN LA ACERA 1: La Noche De Las Bestias

4ª Parte: Malas Pulgas (Leer antes 1ª, 2ª y 3ª parte) 

Accionó una palanca y salió del coche, Manu y Teresa salieron tras él; Lando se quedó dentro. Frente al capó, con la luz del móvil, el maqui observaba todos los elementos de su maquinaria con el ceño fruncido y la boca contraída en una expresión arisca. Ordenó a Manu que intentara llamar pidiendo ayuda, ahora tenía a Teresa detrás con un semblante semejante al suyo.

-¿Por qué no intentamos empujar y ya está?

-Porque no serviría de nada,- respondió intentando sacar paciencia, era obvio que estaba molesta y estaba usando ese tono de voz que tanto odiaba.- Necesitamos cables.

-Vale… Y dime ¡¿Quién cojones va a venir a estas horas a auxiliarnos?!-Gritaba cada vez más, y su voz se hacía más cortante-¡En mitad de la nada, con la poli siguiéndonos y con un puto cadáver en el maletero!

-¿Bueno y que quieres que haga?- ya se le había agotado la paciencia-¿Qué te lleve a caballito a tu casita de putas? Manu, si tienes cobertura activa el GPS.

Manu se había alejado unos metros. Asintió, pero no sería posible. “ni una puta barra”.

¿Por qué las peores cosas les pasan siempre a los que no se lo merecen, a ver?

“Hay que joderse, como decía mi padre: ‘a perro flaco todo son pulgas’”. En esa situación no quedaba más que encender un cigarro (el segundo en una hora) y mirar a luna sonriente, que desde lo alto, parecía mofarse de ellos.

¡Sucio cobarde! ¿Por qué no te metes con alguien de tu tamaño?

“madre, que mareo…” La cabeza ya no le daba más de sí… ¿volvería a ver el sol si no era tras las rejas?

-¡Eres un animal, por tu puta culpa estamos perdidos y vamos a ir a la cárcel!-Vociferaba Teresa a Maqui- No debí fiarme de ti… ¡Siempre fuiste un bestiajo!

-¡Cállate coño! 

Un derechazo directo a la sien caída al suelo y más patadas en el estómago dolor agudo y la ira del tipo cansado  de correr de esperar y que lo jodan  A la mierda el jefe la poli la cárcel las putas la noches de mierda y sangre y las tardes sentado en el capó  Que se jodan los viejos los banqueros las maestras camareros y repartidores  Él ya no tenía por qué seguir aguantando palizas  Él era el Maqui ¡El puto Maqui! Y ninguna zorra iba a vacilarlo.

Lando abrió la puerta con sigilo y a cuatro patas se arrastró hasta los matorrales. Unos pasos más y encontró un arbolito bajo el que ocultarse, llevaba en sus manos el paquete tan codiciado, tenía que haber drogas dentro ¿qué si no? ¿Sería heroína? Cualquier cosa valía, a falta de pan… ¡a quién le importa! Abrió la caja. 

Agarró una de las ampollas y la levantó a la a luz de la luna. Desde luego, aquello no era heroína ¿Qué sería? Qué más da, 

Era roja 

le quitó la tapa, sacó la jeringuilla que guardaba en el bolsillo, hundió la aguja en el plástico y tiró del émbolo. Luego un torniquete amarrado sobre el hombro y todo listo… 

Ya había aguantado suficiente, era hora de la medicina.     

El Maqui abrió la puerta del coche y se recostó en el asiento del piloto. Sabía que Manu lo observaba desde su puesto y no le importaba. Teresa por su parte seguía boca abajo, tendida sobre la hierba, no sabía si estaba inconsciente o no quería levantarse, y la verdad… 

No es que le diera igual. Tampoco estaba satisfecho con lo que pasó en el apartamento, ni con lo que hizo después, ni tampoco antes… Lo cierto es que la había estado cagando desde siempre y por su culpa estaban en aquel lío, a ver quién se merecía las hostias… 

Pensar en esas cosas le revolvía la vejiga. Le entraron ganas de mear. Se metió entre los arbustos, descendió unos metros y allí, semioculto por la maleza, se desabrochó los pantalones.  A Teresa no podía considerarla una furcia más, por mucho que lo intentase. Ella había estado con élsiempre había estado allí, con él, en los malos momentos. No lo merecía no ella no tenía la culpa, pero él… ¿tenía él la culpa? No, él era como era y no sabía ser otra cosa ¿Sería verdad? Sería él un… ¿Qué había pasado? ¿Cuándo perdió el control de su fuerza? Mientras pegaba a Juan pasó algo, había mirado donde no debía, había pisado su territorio y eso lo puso celoso, furioso… Se estaba haciendo mayor, eso seguro… 

Algo se movió entre los matorrales ¿un jabalí? Sacudió las últimas gotas lo más deprisa que pudo e intentó escapar. Una sombra se le abalanzó encima y se abrazó a él, ambos rodaron por la pendiente como un par de guijarros. Luego lo envolvieron una maraña de pelos y hojas y pronto notó el frío en sus entrañas, su boca estaba tapada, no hubo gritos ni tampoco forcejeos, sólo el duro filo rasgando su vientre, sabor a sangre y bilis y el aliento de un perro sobre los ojos… ¿Con que eso era, eh?  No más resistirse… se entregó.

Continuará


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