Aquí estoy nuevamente, esperando tu regreso, que vuelvas a mí, que entres por esa puerta, me veas con tu mirada tierna y me dediques una de tus grandes sonrisas especiales, de preferencia, en presentación "doble", servida en un abrazo y aderezada por el roce de tus labios húmedos en mi cara.
Espero escuchar un breve monólogo que describa tu día en el trabajo y las dificultades enfrentadas para intentar vanamente diluir los deseos de dejar todo y regresar a mi lado.
Espero ofrecerte una copa del vino que tanto te gusta, contarte que también te eché de menos e invitarte a bailar pegados, muy pegados, al son de una lenta melodía.
Espero con ansías ese hermoso preludio que, invariablemente, nos "obliga" a recorrer entrelazados el camino hacia nuestra recámara, donde el tiempo parece no tener dominio sobre nuestros cuerpos, donde florecen aromas y se acuñan recuerdos imborrables de deseo, placer, sexo, pero, sobre todo, de amor.
Sí, aquí te espero, como cada noche, amor mío.
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