Amor, ¡perdóname!

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Estoy apenada, mortificada por dentro, veo la cara risueña de mi marido y me dan ganas de llorar.


 Desde que éramos novios, en la intimidad, siempre aludía la posibilidad, muy discreto él, de que yo fuera cómplice en un caprichito suyo: "Amor, me gusta todo de tí, todo, ¿me entiendes? Me gusta el cielo de tus ojos, tu naricita respingada, lo carnosos que son tus labios, la esbeltez de tu cuello, tus senos ovalados, tus pezones erguidos, así como ahorita, tu ombligo coqueto, la gracilidad de tu cintura, tus caderas contorneadas, la selva de tu venus, por el cual con gusto me perdería, tus labios, esos que no besan pero se dejan besar, tu clítoris, amo y señor de tus más desaforados gemidos, lo "jlo" de tus nalgas, la firmeza de tus muslos, tus piernas espigadas, la carne de tus pantorrillas, tus lindos pies, en fin, todo ello me gusta, y por todo ello también me he aventurado, de varias maneras me han deleitado, pero aún así siento que algo tuyo todavía no es mío, hurgo y hurgo y siempre se me escabulle, siempre tan distante e indiferente, amor mío, ese algo a que me refiero es como un oasis en el desierto de tu trasero, al que trato de llegar pero siempre arena y más arena, noche tras noche son mi agonía, en los que siento desfallecer cada vez más, y temo morir algún día sin haber aliviado mi sed de ti, esas ganitas de probar eso, tu sabes, je, bueno..."


 Al principio como que no le entendía muy bien, yo le pedía que fuera más claro, pero era entonces cuando se achicaba y me decía que lo olvide, que no era nada. Luego cuando nos casamos se intensificó el asunto, sin embargo en los últimos meses de los tres años de casados que ya llevamos como que cesaron las indirectas, la razón, no lo sé, seguro sobreseyó porque se vio convencido de que nunca cedería en sus pretensiones, y es verdad, eso de que entren por lugares tan íntimos como que me daba un poquito de pudor, además ese lugarcito no fue hecho para que lo franqueen, claro que no, es un agujerito de salida nada más, pero vayan a ver ustedes las ocurrencias de los hombres, como que les pica el morbo, en fin, no lo sé.


 Pero no he exagerado con lo que dije al comenzar estas líneas, de lo mortificada que estoy, pues ahora que por fin decido consentirle en su caprichito, no por decisión propia sino más bien por las circunstancias que me obligaron a ello en un acto de reivindicación al cónyuge deshonrado y ni enterado, no alude ya el tema, y la única vez que me atreví yo a hacerlo, muy discreta eso sí, se hizo el desentendido y me ignoró, no por desprecio ni nada, sus ojitos risueños como que alejaban esa posibilidad, sino creo yo por respeto y algo de resignación superada.


 Lo siento cariño, perdóname, es lo que suelo decir en momentos como ahora, en el completo silencio de la noche, bajo las sábanas y de espaldas a él, que duerme plácidamente, después del sexo tradicional, ya dispuesto a respetar mi voluntad y feliz si lo soy yo también, ignorando completamente que yo ahora realmente sería feliz si él despertara, me montara y me cogiera con las ganas de antaño por ese lugarcito tan prohibido, pero nada, eso ya no está en sus planes, y es lo que más me remuerde, no poder contribuir siquiera con eso a resarcir en parte mi mala cabeza, no la de no aceptar sus caprichitos en su debido momento, sino la de haber otorgado, y lo siento cariño, perdóname, es aquí cuando me quiebro y se me vienen las lágrimas, haber otorgado, digo, y en un momento de ciega excitación, esa dicha que tanto te negué, a un chiquillo abogado de secano, ex alumno tuyo, que cierta vez invitaste a almorzar y al que dejaste en el sofá para que conversara un ratito más con tu esposa, que la hora te ganaba y ya te ibas al trabajo.


Después de calmar mis ataques de remordimiento, que son la mayoría de las noches, así como ahora en que a fuerza de llantos apagados y contenidos parezco lograrlo, recién me pesan los párpados, se me amodorra el cuerpo y se me nubla la conciencia, es así como por fin logro conciliar el sueño, no sin antes voltear, besarte el hombro dormido y buenas noches mi amor, hasta mañana.

                                                         *******


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