Cuidado en la Quinta Avenida (parte1)

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Adriana se encontraba ante un bloqueo. Ya no tenía la misma facilidad para escribir. Quizás el motivo fuese que se sentía presionada por su exmarido, ya que éste no quiere parar hasta destruir su carrera. Aún así, ella no entendía por qué Joseph tendría que mezclar el trabajo con los temas personales. Adriana estaba realmente emocionada porque había conseguido una exclusiva que dejaría a su jefe perplejo. Entonces Joseph descubrió que le iba a quitar la exclusiva y se presentó en el periódico para desarmar a Adriana. Habló con el Consejo Editorial para convencerles de que Adriana no tenía fuentes fiables y que posiblemente la información no sería veraz. Para colmo, al ser un hombre tan prestigioso y con tantos contactos en el mundo del periodismo, consiguió publicar una biografía falsa de Adriana; esto fue lo que colmó el vaso. Adriana cabreada llamó enseguida a su exmarido porque aún seguía sin comprender por qué actuaba así, no iba a permitir que tirase toda su carrera por la borda. Él la citó en una cafetería de la Quinta Avenida, ya que quedaba cerca de dónde él se encontraba.

Ella no quería entrar dentro de la cafetería, no quería tomarse con él ni un café. Así que estuvieron dando un paseo.

-¿ Qué quieres que haga para que me dejes en paz? Realmente no lo sé, ¿acaso ya no  te has llevado mi felicidad desde el momento en el que apartase a Marco de mi? ¿Qué más quieres de mi? – le dijo con una voz llorosa sin intentar perder los papeles delante de todo el mundo.

-          No es nada personal… pero me parece que no te lo voy a poner fácil. – le dice Joseph en un tono morboso con una sonrisa entre sus labios.

-          ¿Qué quieres? Está bien , me iré de Nueva York y dejaré el periódico, ahí está, ya lo tienes. Pero por favor no aparezcas más en mi vida.

Conforme avanzaba la conversación, Joseph se mostraba sosegado. El caso era que estaba más pendiente de su alrededor que de llegar a un acuerdo. Era extraño que en cuestión de pocos minutos hubiese anochecido siendo las dos de la tarde. Y lo que era aún más extraño aún es que las personas andaban a un ritmo bastante lento por las calles de Nueva York, y cuando digo lento es que apenas parecía que se estuviesen moviendo.

-          Espera un momento, Adriana, mira a tu alrededor, esto no tiene buena pinta. Es más, creo que deberíamos marcharnos. – le dice en un tono bajo sin apenas moverse mucho.  De repente escuchó un grito que provenía de una manzana cercana a la que se encontraban. No dudó en coger del brazo a su exmujer y echaron a correr.

-          Tenemos que ir, esa manzana no está muy lejos de aquí y creo que a esa mujer la ha ocurrido algo- dijo Adriana en un tono bastante preocupado.

No tardaron en girar la avenida cuando de repente, se encontraron a un zombie justo en sus narices. Adriana no tardó en gritar, lo cual atrajo a más caminantes.  Así que sin saber ni siquiera qué estaba ocurriendo en su ciudad, sin pensárselo dos veces corrieron a toda prisa hasta la casa de Joseph. Aún no había sido invadido el piso, pero daba aún más miedo que no hubiese nadie. Decidieron encerrarse ahí, ya que contaban con comida para exactamente un mes, aunque no sabían que harían después.

Pues bien, ambos sobrevivieron aunque con dificultades ese primero mes. Había constantes peleas porque Adriana quería salir del apartamento y arriesgarse a explorar la ciudad en busca de comida. Esa era su principal discusión, solo pensaban en sobrevivir, ya no importaban sus diferencias.

De repente una noche mientras Adriana hacía guardia despierta, recibió una llamada en su móvil. – Adriana, ¿estás viva? Escucha, soy Marco,  me escondo por dónde puedo en callejones de La Quinta Avenida, dime que estás en tu antiguo piso, de un momento a otro me cogerán. – Adriana apenas podía articular palabra, pensaba que él no habría sobrevivido- Sí, Marco, estoy a salvo. Por favor, ven, no me lo perdonaría si te ocurre algo- de repente la llamada se cortó y Adriana preocupada no tardó en avisar a Joseph.

-¡¿QUÉ?! No pienso meter en mi piso a ese tipejo. ¿Acaso ya se te ha olvidado todo lo que hice para alejarte de él? ¿Y quieres que ahora lo acojamos aquí? ¿ Y si es uno más de los afectados? No piensas en eso, eh. ¡Qué ilusa eres! –le gritó Joseph a Adriana bastante furioso.

- No, he oído su voz, sonaba tan bien como de costumbre, sé perfectamente que está bien. Además, necesitamos otra cabeza pensante aquí,¿ o acaso siempre vamos a estar aquí? ¿No vamos a salir por comida? Necesitamos una persona más aquí, porque sino nos vamos a volver locos entre nosotros- le dijo Adriana en un tono bastante convincente, conteniéndose, sin perder los papeles.

De repente alguien golpeó la puerta. Adriana no tardó en ir hasta ella y mirar por la merilla. Efectivamente, era él. Y encima, había conseguido traer comida, con lo cual fue más fácil para Joseph aceptarlo.


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